Nos podemos informar sobre los awaras y la historia aborigen de la Palma en múltiples lugares que plasman los estudios históricos de todas las islas Canarias, investigaciones acerca de los primeros pobladores del archipiélago canario y los escritos de algunos investigadores relevantes como Juan de Abréu Galindo o Conrado Rodríguez Martín, entre otros. Pero aquí vamos a comentar unas breves e interesantes pinceladas sobre la historia de la Palma que como visitante podrían interesarte. ¡Vamos a ello!
Awaras. Los primeros pobladores de la Palma
Hasta el momento no es posible conocer el origen exacto de los primeros pobladores de la Palma (y de todo el archipiélago canario) pero sí sabemos que esta isla pudo ser habitada desde el siglo X antes de Cristo. Incluso hay teorías basadas en los estudios de restos y momias encontradas, que podrían enmarcar a estos primeros pobladores en el año 2000 antes de Cristo.
Hay varias teorías en cuanto a cómo pudieron llegar estas primeras poblaciones a las islas, ya que en ese tiempo no era conocida la navegación. Lo que sí es seguro (y así queda demostrado) es que estas primeras poblaciones tenían sus orígenes en las tribus del Norte de África. La genética guanche, de hecho, contiene un claro componente bereber.
¿Cómo se instauran estos primeros pobladores en las islas?
- Una teoría argumenta básicamente que se trataba de poblaciones esclavas de las zonas de Libia y del Magreb aquí instauradas, con las que se comerciaba y a las que se les esclavizaba, fruto de las ocupaciones romanas y fenicias del Norte de África. Es la teoría más probable y explicada.
- Otra teoría argumenta que quizás, estos primeros pobladores pudieran venir por sus propios medios, escapando de sus lugares de origen con pretensiones de encontrar otros lugares donde instalarse. Esta teoría sigue siendo muy cuestionada por el desconocimiento de la navegación en aquella época y el origen primitivo de estos primeros pobladores; no obstante, hasta el momento resulta imposible descartarla.
Lo que sí tenemos claro es el origen bereber, sin descartar los orígenes mediterráneos y también subsaharianos. Algo lógico si pensamos que estas poblaciones norteafricanas de la época ya contaban con dicho mestizaje.
La vida de los awaras
A estos primeros pobladores de la isla de la Palma se les conocía como benahoaritas, fruto del propio nombre que le daban a la isla, Benahoare. El significado de esta palabra es bien lógico y natural, fruto de la época y el entorno primitivo al que nos estamos refiriendo. Benahoare significa «tierra mía» o «mi tierra». Algo que podríamos traer a nuestro lenguaje como «patria». Ese era el nombre de la isla de la Palma para su población aborigen.
Cuando visitamos los museos, los centros etnográficos y culturales de la Palma, así como si buscamos otras informaciones históricas de la isla, debemos saber que a los benahoaritas también se les conoce como «awaras» «awaritas» o «ahuaritas». Nos referimos así a los aborígenes de la Palma.
Hay diversos estudios y teorías que calculan la demografía de Benahoare. Todos argumentan que la población primitiva de la isla iba entre los 1000 y 3000 habitantes. Una población pequeña y autocontrolada por medio del infanticidio, teniendo en cuenta los escasos recursos basados en la más llana subsistencia.
En cambio, todos los escritos históricos hacen referencia a una población de piel blanca, más alta, fuerte, corpulenta y con espíritu guerrero tanto en hombres como en mujeres. No son pocas las historias que hablan de la mujer palmera como fuerte y luchadora; participativa en todos los conflictos y contiendas entre los diversos cantones de la propia isla, con otras islas del archipiélago e incluso en la conquista castellana de la Palma.
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Otros aborígenes, como los de la isla vecina del Hierro, siempre temían a la población palmera por su fuerza, corpulencia y poderío en la lucha.
Un modo de vida primitivo
Los benahoaritas llevaban a cabo una vida primitiva basada en la subsistencia. Una población trashumante y ganadera que subía a las cumbres en la época estival para permanecer en las medianías y bajaban a las zonas más cercanas a la costa el resto del año. Basaban sus labores en el cuidado del ganado: ovejas, cabras y cerdos (traídos del continente africano) y también existen estudios que demuestran que laboraban cultivos de cebada, habichuelas, trigo y lentejas.
No obstante se dice que la base de su alimentación solía ser la leche, las raíces de helechos y la recolección de frutos silvestres como los dátiles, los piñones, los bicácaros y los frutos del acebuche, la faya y el madroño. Como curiosidad, el gofio era una masa preparada a partir de las raíces de helechos y malvas secas. Complementaban esta alimentación con la caza de aves y lagartos.
Preparaban caldos de carne que acompañaban con este gofio y también consumían ingentes cantidades de leche de cabra.
También hay estudios que demuestran la actividad pesquera de estos primeros pobladores de la isla de la Palma. Las épocas del año que se instalaban en las zonas costeras también recolectaban moluscos como las lapas y los burgados y pescaban sargos, viejas y abadejos principalmente.
Estrecha relación con la gastronomía actual
Carne de cabra, carne de cerdo, leche y quesos de cabra y el gofio (de hoy) junto con algunos frutos silvestres fueron una buena base de la alimentación palmera tradicional y aunque mucho más completa, variada y actualizada todavía forman parte de la dieta canaria a día de hoy, junto con las lapas y el pescado típico del archipiélago.
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Los awaras también curtían las pieles de sus ganados para fabricar sus vestimentas y calzado (importante, dada la orografía y composición geológica de la isla). Además ejecutaban labores de fabricación de objetos útiles para la vida cotidiana y la defensa empleando el barro, la piedra y la madera. Buena muestra de ello podemos encontrar actualmente en el Museo Benahoarita, el Tendal o las Cuevas de Belmaco (entre otros puntos etnográficos que visitar en la Palma).
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Se organizaban en cantones (pequeños reinos) que curiosamente coinciden a día de hoy, en buena parte, con los actuales municipios de la isla. Estos cantones giraban en torno a unas pocas familias que ocupaban una determinada zona geográfica de la isla y cada uno tenía un mencey (rey) como jefe del cantón. Las familias benahoaritas vivían en cuevas situadas en las laderas y desembocaduras de los barrancos y también fabricaban pequeñas chozas de piedra y barro seco. A día de hoy todavía podrás observar muchas de estas cuevas si realizas senderismo por los barrancos de la Palma.
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Pobladores muy pacíficos y en convivencia
Una vida primitiva, basada en la subsistencia y siempre adaptada a la naturaleza de la isla, las inclemencias y estaciones del clima y organizada en diversas familias que pertenecían a diferentes cantones. Por otro lado, se cree que en general esta población aborigen era muy pacífica y amistosa entre cantones. Al parecer, todos se respetaban y convivían en el territorio palmero sin demasiadas trifulcas y de forma independiente. Únicamente se producía el robo de ganado entre cantones y vecindades, pero se narra que no era considerado como motivo de batalla. Lo consideraban como un acto de valentía y coraje.
También se sabe que la paz se rompía en diversas ocasiones ante la llegada y los desembarcos de los aborígenes de otras islas. Eran comunes las llegadas de pueblos bimbaches (aborígenes de la isla del Hierro) con pretensiones del robo de ganado y la captura de esclavos. Pero estamos hablando ya de la época de pre conquista de la isla y conquista del archipiélago (posterior al año 1400).
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Creencias y culto de los awaras
Es sabido que los benahoaritas tenían sus creencias religiosas y rendían culto a los dioses en base a los astros. Tenían interés en el más allá y rendían culto al sol y a la luna. Además creían en un ser superior, que habitaba en el cielo, al que llamaban Abora y también creían en un espíritu maléfico, al que denominaban Haguanran. Además es posible que creyeran en la vida tras la muerte; ya que cuando alguien enfermaba mucho y quería morir lo encerraban en una cueva sin que el cuerpo tocara la tierra, por lo que lo cubrían con pieles y cerraban la cueva, dejándole una vasija con leche.
Los petroglifos
Son varios y diversos los petroglifos que podemos encontrar en la actualidad en la isla de la Palma. Grabados o tallados en piedra manifiestan el interés por la comunicación, la relación con sus creencias religiosas y lugares de culto. Curiosamente los primeros petroglifos de Canarias fueron encontrados en la isla de la Palma, son los que podemos visitar en las Cuevas de Belmaco.
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Estos grabados tienen relación con las zonas de abastecimiento de agua, como los que podemos visitar en la Zarza, o en las zonas y barrancos de pastoreo, como los hay por varios lugares en el municipio del Paso. Los grabados benahoaritas se diferencian de las aportaciones rupestres de otras culturas en que siempre tienen formas circulares, de espirales o meandros. Llama bastante la atención la teoría que relaciona algunos de estos petroglifos con posibles rituales a la lluvia, que quizás se empleasen a modo de invocación durante las épocas de sequía.
Sin lugar a dudas estos grabados rupestres y los yacimientos arqueológicos de la isla de la Palma, han sido algo clave en los estudios e investigaciones realizados para comprender y dar respuesta al pasado aborigen de todas las islas Canarias.
Las pirámides guanches
Los awaras, al igual que el resto de pueblos guanches y bimbaches del archipiélago canario, también elaboraban pirámides de poca altura, como podemos observar en algunos lugares de la Palma. Algunos historiadores están convencidos de que este tipo de construcciones tenían un trasfondo de culto a los astros. La previa nivelación del terreno, la cuidadosa talla de las piedras en las esquinas y la posición de estas pirámides en relación con los amaneceres y las puestas de sol en los solsticios les hacen pensar que debían ser claras manifestaciones de culto, al igual que ocurre en el resto de pirámides guanches del archipiélago y en otros lugares del mundo.
En cambio, otros historiadores y arqueólogos argumentan en sus teorías que este tipo de construcciones pueden deberse a simples acumulaciones de piedras realizadas por los agricultores al preparar sus tierras. Existe algo de controversia con este tema, ya que algunos arqueólogos argumentan que este tipo de construcciones en el archipiélago no datan de hace más de 300 años. No tenemos una evidencia definitiva acerca de todo esto ya que las piedras con las que están elaboradas pueden tener muchos siglos a la espalda y por el propio sistema constructivo es muy difícil conocer la edad real de estas pirámides.
El Roque Idafe
Si había un lugar emblemático en la isla de Benahoare en cuanto al culto se refiere es, sin lugar a dudas, el Roque de Idafe. Un majestuoso roque que encontraremos en el centro de la Caldera y que seguro te quieres acercar a verlo y fotografiarlo si realizas esta tremenda ruta de la Caldera de Taburiente.
Para los awaras, awaritas o benahoaritas se trataba realmente del centro del mundo; el auténtico centro de su tierra, la única que conocían en aquel entonces. Un punto que conectaba la Tierra con el cielo y un lugar de culto, donde realizaban diversos oficios religiosos. Siempre se habla de que los benahoaritas se reunían junto a Idafe y pronunciaban su oración «dice que cae Idafe» y otros respondían «dadle lo que traéis y no caerá».
Creían que si el Roque Idafe caía podría suponer el fin de sus días. El final del mundo conocido, su tierra de Benahoare. Motivo por el cual hacían sus ofrendas al Roque Idafe, dejando las vísceras y carnes de su ganado a la suerte de las aves carroñeras. Sus ofrendas mantendrían por siempre al roque erguido y apuntando hacia el cielo.
Actualmente no sabemos si será por aquellas ofrendas y cultos awaras pero lo cierto es que podemos pasar junto a Idafe y siempre luce erguido y apuntado hacia el cielo.