La leyenda de Guayafanta

Pongámonos en el contexto histórico del momento. Estamos ante la segunda mitad del siglo XV, época de conquista o cristianización del archipiélago canario por parte de las tropas castellanas. Desde la primera incursión en la isla (que los aborígenes llamaban «Benahoare») en 1448 hasta el último desembarco de tropas, que puso fin a la conquista en 1492, las tropas castellanas mezcladas con los aborígenes convertidos realizaban desde otras islas vecinas diversos acercamientos violentos a la isla con pretensiones de conseguir esclavos, robar ganado y «tantear» la definitiva conquista de la isla.

Por otro lado, todos los escritos que documentan estos tiempos pasados hablan de la fortaleza, el tesón y la inteligencia de las mujeres naturales de Benahoare. En la isla de la Palma no se hacía distinción entre hombres y mujeres en cuanto al trabajo y la defensa se refiere. Las mujeres awaras (o benahoaritas) tenían un marcado carácter luchador y un físico fuerte y curtido, causa directa de la dureza del terreno y los escarpados territorios de la isla. El buen tamaño y la potencia física hacían que la mujer palmera estuviera presente en todas las batallas que se libraban en las tierras de Benahoare.

El valor y la tenacidad de Guayafanta

Esta historia narra que una bella mujer de blanca piel, gran tamaño y apreciable valor, destacó en una de las batallas libradas en estos tiempos de cristianización de la isla de Benahoare.

Guayafanta (que significa, de hecho, mujer grande) pertenecía al cantón de Aridane, gobernado por Mayantigo (que en guanche significaba «pedazo de cielo») y que en plena batalla se lanzó a pelear con varios cristianos castellanos a base de pedradas y palos afilados a modo de lanza. Tuvieron que ser varios hombres los que fueron a por ella y al final, al verse ya en serio peligro, optó por abrazarse a uno de los hombres para tirarse junto a él desde lo alto de un risco. Ella moriría pero se llevaría por delante a un invasor.

Ante esta acción, llena de valor y coraje, y al ver el resto de hombres que la amenazaban sus claras intenciones, cortaron a Guayafanta ambas piernas para detenerla, salvando a su compañero de batalla.

La batalla en la que tuvo lugar esta impresionante gesta retrasó la conquista de Benahoare y pasó a la historia dando muestra, una vez más, de la fortaleza y el coraje que se sumaron a la oposición de la conquista en algunos cantones de la Palma.

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