La Cochinilla en la Palma

Muchas personas desconocen este peculiar cultivo, cuyo nombre les resulta hasta «raro». Pero si queremos conocer a fondo la Palma, su cultura, su paisaje y su historia no podemos dejar de mencionar a la cochinilla. ¡Verás el porqué!

¿Qué es la cochinilla?

Muestra la cochinilla en una penca de tunera en la Palma

Se trata de un insecto de pequeño y mediano tamaño, entre los 2 y los 6 milímetros, con forma ovalada y almohadillada y característico por su color blanco. Si nos acercamos a algunas tuneras por cualquiera de las islas, seguro que las podrás ver. Es un insecto que suele estar bastante inmóvil y de hecho hay quien cree que es alguna enfermedad de la planta, algo así como un hongo o simple moho.

Pero nada más lejos de la realidad. Se trata de un simpático insecto que vive en las tuneras, absorbiendo la energía que necesita a través de su pequeña trompa.

Pero… ¿se come? ¿Por qué se cultiva?

Si no has escuchado nunca hablar sobre esto quizás te hagas estas preguntas. Totalmente normal. La cochinilla se cuida, se reproduce y se recolecta de las pencas de las tuneras por un único motivo: el tinte rojo que contienen en sus diminutos cuerpos.

¿Te has preguntado alguna vez de dónde sale el carmín?

Efectivamente, estamos hablando del carmín. Conocido por todo el mundo y empleado en productos de cosmética, maquillaje, tintes para la ropa y también para alimentos y bebidas. Ese color rojizo, cien por cien natural, se extrae de la cochinilla.

Y aunque ahora se produce en menor escala, Canarias sigue siendo importante en cuanto a esta producción y de hecho, como ocurre con el plátano, es aquí donde tenemos la única denominación de origen de la cochinilla en toda la Unión Europea.

De modo que sí, aunque no se coma directamente, seguro que has consumido el producto que estamos tratando en esta entrada, ya sea en ropa, bebidas o en algún producto de cosmética.

Historia de la cochinilla en la Palma

Muestra una tunera y sus frutos

Nos trasladamos a principios y mediados del siglo XIX en la isla, concretamente en la zona del Valle de Aridane. Son varios los escritos e investigaciones históricas los que sitúan la zona de Argual como uno de los lugares en los que más intensamente se trabajaba la cochinilla en todas las islas Canarias.

Al principio se encontraban tuneras por todos los linderos y muchos barrancos de la zona, pero ya entrando en mediados de siglo, se comenta que gran parte de los mejores terrenos, tanto de secano como de regadío, estaban plagados de pencas de tuneras, donde la cochinilla desplazó en su práctica totalidad a la clara hegemonía que tenían por aquel entonces, los cañaverales de azúcar.

Así pues, la economía de la isla se volvió a ver favorecida una vez más, por la tierra y el sector primario. La cochinilla fue un tremendo pasaje entre los cultivos de la caña de azúcar y el éxito de la vid y el posterior inicio del boom platanero.

Nuevamente el poder comercial y exportador de la Palma se hizo vigente en todo el Atlántico, valorado en gran parte por los ingleses y franceses, coincidiendo además con la importancia del desarrollo de la industria textil en toda Europa durante todo lo que restaba de siglo.

La Cultura de la Cochinilla en la Palma

La producción de cochinilla, su gran extensión y auge durante la segunda mitad del siglo XIX, la economía y exportaciones que generó, sumado a la importancia que tuvo para las personas más humildes de la época, dejaron una huella imborrable en la historia de la isla.

Es por ello, que realmente hoy podemos hablar de que se generó una auténtica cultura de la cochinilla. La narración de muchos episodios históricos de la isla, así como el saber popular de los más mayores en la Palma, nos hacen saber que gracias al auge de esta nueva economía del carmín muchísimas personas pudieron conseguir un empleo.

Se sabe que además fue una gran ocupación para las mujeres y los niños de la isla. Recoger la cochinilla, secarla y reproducirla para las siguientes cosechas eran labores delicadas y minuciosas. Tareas que solían realizar las mujeres y los niños de las familias más humildes. Se narra que los hombres se encargaban del ensacado, la carga y el posterior transporte que salía de la isla prácticamente en su totalidad, desde el puerto de Tazacorte, junto con las cargas de almendras.

Esta nueva economía fue muy querida por la gente de la Palma. Además del incremento de la empleabilidad, supuso una mejora en los salarios de las mujeres y una auténtica salvación en las épocas de sequía, que hacían mermar las producciones de cereal, hortalizas y frutales.

El proceso de cultivo y las labores requeridas por la cochinilla

La cochinilla comienza en estado larvario en alguna penca de la planta, se hace adulta y se reproduce llegando a cubrir varias pencas de la tunera (algunas de ellas, en gran cantidad). Hay que ser muy cuidadosos con la selección y la recogida de cochinilla; por ello se recorre penca a penca y tunera tras tunera, con una cuchara metálica y de forma manual se van agregando a un recipiente una tras otra.

Posteriormente hay que limpiarlas bien y colocarlas en otro lugar para que se sequen. Así mismo, hay una parte que se desecha y hay que devolver algunas a las tuneras para la siguiente producción. Se pueden obtener tres o cuatro cosechas al año.

Finalmente hay que ensacarlas para su venta.

Pero si deseas conocerlo a fondo, seguro que te sirve este video sobre 👉 el cultivo de la cochinilla 👈 en Youtube.

La Amenaza de la Cochinilla Mexicana

No debemos confundir la cochinilla tradicional, de la que venimos hablando en esta entrada, con la cochinilla mexicana, considerada una auténtica plaga en la actualidad y que, por cierto, también entró al archipiélago por la isla de la Palma.

Se trata del mismo tipo de insecto, pero de una familia diferente. La cochinilla del carmín convive con la tunera en sus pencas. Es la hembra la que se alimenta de ellas pero deja la planta sana. En cambio esta plaga de cochinilla mexicana acaba secando todas las tuneras. Hasta tal punto que se planteó la posible extinción de este archiconocido cactus en el archipiélago.

Las tuneras

Por aquí siempre se las ha conocido como tuneras pero para muchas personas es «el típico cactus de Canarias» y que también se encuentra en muchos lugares del sur peninsular y otras partes del mundo.

Se trata efectivamente de una planta de la familia de las cactáceas que podemos encontrar por múltiples lugares de las Canarias de forma silvestre. También ocupa multitud de jardines, zonas públicas decoradas y, sobre todo en las islas de Lanzarote y Gran Canaria, en auténticos campos de cultivo de cochinilla.

Pero no estamos ante un mero cactus decorativo con el que debemos tener cuidado de no pincharnos. Se trata de una planta de gran riqueza y aprovechamiento. No solo sirve de soporte para las cochinillas.

El producto de las tuneras

Las propias pencas de la tunera sirven como vegetal de consumo humano. Las fibras que se pueden extraer de la planta sirven para la fabricación de polímeros y otros productos industriales. Las flores se pueden emplear para infusionar y prevenir o mejorar algunas afecciones renales e infecciones de orina.

El fruto de las tuneras es realmente bueno, natural y silvestre: lo conocemos como «tuno», «higo chumbo» o «higo de pala» y es realmente sabroso, dulce y jugoso para tomarlo como postre o aperitivo. En verano, recién salido de la nevera, resulta un auténtico manjar. Pero ojo con las manos… ¡pincha!

Además sus semillas sirven para fabricar aceites esenciales, empleados en cosmética.

Una planta de la que todo se puede llegar a emplear, que no requiere excesivos cuidados ni es muy dependiente del agua, soportando climas áridos, calurosos y largas temporadas de sequía y que además, se reproduce de forma sencilla y poco exigente. Su único enemigo real a día de hoy es la temida plaga de cochinilla mexicana, contra la que no existe producto fitosanitario aprobado y contra la que poco se puede hacer, excepto la vigilancia y el control manual de la plaga.

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