Existe una denominación de origen llamada Vinos de la Palma y la verdad es que no es para menos. A pesar de su orografía y su pequeño tamaño, no son pocas las variedades y los sabores diferentes que la isla aporta a la cultura del vino.
Los vinos de la Palma fueron muy afamados y queridos en toda Europa durante tres siglos. El vino tiró de la economía de la isla durante este largo periodo y se puede decir que pagó, en buena parte, el desarrollo de ciudades, talleres y astilleros.
La isla le debe buena parte de su prosperidad a su propia tierra, siempre fértil y productiva, en la memoria de gobernantes, miembros de la corte y los principales comerciantes europeos y de las américas. El vino, sin lugar a dudas, fue uno de los principales protagonistas si hablamos del desarrollo económico del pasado insular.
Historia del vino de la Palma
Tras la conquista de la Palma por las tropas castellanas la isla quedó repartida en fincas y haciendas para los socios, familiares y miembros de la Corte. Si bien el cultivo de la caña de azúcar se instauró antes, la primera viña en la Palma se sembró en Tazacorte a principios del siglo XVI.
Las primeras cepas en la isla llegaron desde Andalucía y Portugal junto a otras especies, semillas y animales.
Italianos, portugueses y flamencos valoraban los vinos que producía la isla. Sobre todo fueron los ingleses los que mejor supieron apreciar, desde el principio, las cosechas palmeras y buena muestra de ello es que el propio William Shakespeare elogia en su literatura a las producciones de la isla. Posteriormente y hasta que tuvo lugar la Guerra de Cuba, también fueron valorados y exportados estos caldos por todos los países del Caribe.
El cultivo de la viña fue reemplazando al de la caña de azúcar y se empezó a desarrollar por toda la isla. Ya destacaban las zonas de la Breña y Mazo por aquel entonces, así como la punta sur de Fuencaliente. Pero la historia narra que hasta en la Caldera de Taburiente se sembraron viñas, completamente adaptadas y mezcladas con los paisajes de pino canario.
Durante el siglo XIX las enfermedades de la vid como el Mildiu o el Oidio frenaron las producciones de la isla. Comenzaba la merma del máximo apogeo de los caldos palmeros en Europa. En cambio, la temida Filoxera, que arruinó cosechas enteras en el resto de España y toda Europa, no llegó al archipiélago canario.
A pesar de todo, a mediados del siglo XIX las viñas comenzaron a reducirse a pequeños cultivos familiares para el consumo local y de algunos «privilegiados» y muy escasos comerciantes. A finales de siglo y durante todo el XX se expandió el imperio del plátano en la isla, quedando casi todas las viñas reducidas a las zonas de medianía. Los cultivos de costa comenzaron a ser sustituidos por las fincas plataneras. El siguiente «boom» agrícola en la isla de la Palma.
¿Qué hay del vino en la actualidad?
La producción multiplicó por seis a la de nuestra era durante los tres siglos de oro del vino en la isla. Pero no por ello se dejaron de producir buenos caldos. Los cultivos familiares, el arte y la experiencia en las labores vinícolas y el saber hacer tradicional, se unían y se unen con las características de un suelo volcánico, con arcillas y arena, cargado de minerales muy valiosos para la obtención de grandes caldos.
La zona de Mazo y Fuencaliente continúan siendo muy valiosas en lo que a este cultivo se refiere; de hecho, si damos un paseo por estos lugares nos damos cuenta de que multitud de laderas y barrancos muestran el verdor proporcionado por las viñas.
Algunas zonas de Garafía, Tijarafe, la Breña e incluso zonas del Valle como algunos cultivos del Paso y el popular barrio de las Manchas siguen gozando de la tradición y cultura del vino. Cosechas familiares que dan un vino joven de espectacular calidad, bajo los procesos tradicionales y cien por cien naturales.
El carácter propio de los vinos de la Palma
La orografía, el suelo, las variedades empleadas y las técnicas de antaño que se mantienen, otorgan a estos vinos un carácter muy particular que, como es lógico, riman con los caldos de las islas hermanas.
Todas las variedades fueron importadas a las islas pero muchas de ellas fueron arrasadas del continente Europeo por la crisis de la filoxera. Algunas de ellas no volvieron al continente ni tampoco a la península, quedando en Canarias algunas de estas variedades que muchas personas desconocen.
Hablamos de variedades como la malvasía, sabro, bujariego, almuñeco, verdello, albillo, negramoll y la listán.
Variedades conseguidas
La Palma en la actualidad desea invocar esta cultura del vino que la hizo grande y conocida en toda Europa. Existen bodegas muy conocidas en la isla y las podrás encontrar en Mazo, Fuencaliente, Tazacorte y Garafía. Trabajan duro por obtener los mejores caldos que evocan esta época dorada del vino en la Palma.
Listán Blanco
Se trata de un vino blanco con carácter propio de la Palma. En boca es un vino seco, terroso pero con claras notas de frutos cítricos. Incluso nos recuerda a la manzana verde. Ideal para acompañar pescado o unas buenas tapas de queso palmero.
Moscatel
No es el que más se produce en la actualidad. Pero como el resto de caldos obtenidos de la uva moscatel, se trata de un vino dulce sin demasiadas diferencias al resto.
Dulce Malvasía
Estamos ante un vino insignia en la Palma y que recuerda siempre a las Canarias allá donde lo encontremos. Se trata de un vino blanco, de color dorado y muy brillante, con notas frutales naturalmente dulces y con un punto ligero de amargor. Ideal para tapear, tomar sólo o acompañar los exquisitos postres de la Palma.
Clarete
Los claretes o vinos rosados de la palma tienen un frescor especial. Ideales para combinar con arroces o gastronomía picante de las américas. También son buenos para beber en solitario. Con un punto seco pero fresco y alegre en boca, son caldos conseguidos por la fermentación conjunta entre las variedades blancas y tintas. Generalmente se usan listán (blanca y negra) y negramoll, pero se conjugan a la perfección con otras variedades de la zona como: albillo, sabro, bujariego…
Negramoll
Esta variedad suele ser la estrella cuando nos referimos a los vinos tintos de toda Canarias. Su existencia se reduce al archipiélago canario y a otras islas de la Macaronesia como Madeira. También se le denomina mulata, ya que es una uva muy negra, pequeña y ovalada que se caracteriza por necesitar una maduración muy lenta y tardía.
Esta variedad proporciona enormes producciones pero no se aclimata fácilmente a cualquier lugar. Nos brinda unos tintos jóvenes de muy buena calidad, frescos, suaves, con toques especiados y un fuerte aroma a madera y tierra.
Conseguir vino de la Palma
Si estás en la isla podrás visitar varias bodegas y además en todos los supermercados y puntos de venta podrás encontrar los vinos de la isla. Fuera de la isla no es tan sencillo encontrarlos porque la producción, al igual que en el resto de islas, no es mucha. Por ello quizás los precios no te resulten demasiado económicos.
Si tu visita coincide con alguna festividad local, seguro que tienes la ocasión de probar el vino de alguna bodega familiar. Un tinto joven, acompañado de un buen bocadillo de chorizo perro, en medio de una romería es, sin lugar a dudas, la mejor forma de degustar un auténtico vino palmero.