Para ubicar en el tiempo a la conquista de la isla de la Palma debemos trasladarnos al siglo XV; concretamente nos trasladamos al año 1492. Pero para ello debemos entender el contexto de la conquista del archipiélago canario. ¡Vamos a ello!
La primera isla visitada, conquistada y cristianizada fue Rubicón (la isla de Lanzarote) en el año 1402, seguida de Fuerteventura y la isla del Hierro. Tienen protagonismo los nombres de Juan de Bethencourt y Guillén de la Salle, caballeros del Reino de Francia que desearon conquistar y cristianizar este «nuevo mundo». También las tropas y caballeros portugueses, que surcaban las aguas de las costas africanas no dejaron de mostrar intereses en estas conquistas.
Finalmente, mediante el tratado de Alcazobas, estos territorios pasaron a formar parte de la Corona de Castilla. Señalar que no tuvieron demasiada oposición por parte de la población aborigen de las islas pero los problemas internos y las discusiones entre los conquistadores alargaron la conquista de esta parte del archipiélago hasta 1405.
Fue en torno a 1418 cuando la importancia de Jean de Bethencourt comenzó a disminuir y todo se comenzó a poner en manos de Castilla. Mediante tratados, acuerdos y permutas (algo muy típico en aquella época) los territorios del archipiélago canario pasaron a formar parte de señoríos castellanos. En este mismo momento histórico se incorporó la isla de la Gomera, que no fue conquistada militarmente sino mediante acuerdos y tratados de paz con los propios aborígenes de la isla.
La importancia de Jean de Bethencourt y de Guillén de la Salle se traslada ahora a otros nombres que, sin duda alguna, aguardan mucha importancia en esta parte de la historia de las islas Canarias: Hernán de Peraza (el viejo) y Guillén de Peraza (el joven).
Primer intento de conquista de la isla de la Palma
En la conquista de la Palma cobra especial importancia la figura de Guillén de Peraza, ya que durante los intentos de conquista de las islas de Tenerife y Gran Canaria sucede el primer acercamiento y desembarco de las tropas castellanas en la isla de la Palma. Fue en el año 1447.
Fue la primera muestra de fuerza, valor y coraje que caracterizan la historia aborigen de la Palma. Esta llegada de tropas a la Palma (Benahoare, en aquel tiempo) no tuvo un saldo positivo para las tropas castellanas de Peraza, que menospreciaron la fuerza y organización de los awaras y de hecho el propio Guillén de Peraza no pudo volver a su embarcación, quedando muerto en la batalla de Tihuya (Tajuya).
La fortaleza de los benahoaritas, las dificultades del abrupto terreno de la Palma y el exceso de confianza de estas primeras tropas retrasaron la conquista de la Palma hasta, nada más y nada menos, 1492. Siendo antes conquistada la isla de Gran Canaria, donde comienza a cobrar gran importancia otro hombre, al que debemos conocer: Alonso Fernández de Lugo, el adelantado.
Entre 1447 y 1492 hubo un periodo de sucesivos «acechos» bimbaches en alianza con las tropas castellanas, ya señores de los territorios del archipiélago conquistado, en los que se producían robos de ganado, captura de esclavos y claros «tanteos» de conquista. No obstante, jamás se desembarcó en Benahoare de forma firme y con claro ímpetu de conquista. La fortaleza de los awaras como el gran conocido Tanausú y la muerte del propio Guillén de Peraza debieron ser motivos suficientes para que la Palma fuese la penúltima isla ocupada militarmente.
Segundo intento y conquista definitiva
Como ya hemos mencionado, Alonso Fernández de Lugo cobró una gran importancia en la conquista de Gran Canaria y por este motivo también se ganó la confianza de los Reyes Católicos para obtener los derechos de conquista de los territorios por conquistar.
Por ello, el 29 de septiembre de 1492 desembarcaron en Tazacorte un buen número de tropas castellanas con la intención de conquistar definitivamente la isla de la Palma. Se sabe que vinieron seis embarcaciones con 900 hombres. En estas conquistas del archipiélago no solo desembarcaban las tropas castellanas sino que eran acompañados también por aborígenes de otros lugares, ya convertidos al cristianismo.
Los Reyes Católicos no deseaban una conquista basada en la guerra, el genocidio y la absoluta desaparición aborigen de estos «nuevos» territorios. La estrategia se basaba en desembarcar, conocer, negociar y pactar con la población aborigen de la isla. Tal es el caso que los castellanos respetaban la organización territorial en cantones y también los derechos de los «jefes» o menceys de cada cantón benahoarita.
Por parte de los awaras o benahoaritas la situación fue similar en la mayoría de territorios. En la mayoría de cantones no hubo oposición alguna y la población aborigen fue «absorbida» poco a poco, cristianizada y bautizada como ya había ocurrido cuarenta años antes en la isla del Hierro. Se firmaban tratos de paz y se realizaban negociaciones con la población aborigen en la mayoría de los territorios, pero destacan algunos episodios de contiendas y batallas que dan muestra de la fortaleza y el valor de algunos líderes benahoaritas que no quisieron rendirse a la conquista. Si te interesa puedes verlo en:
Tienes que conocer 👉 la historia de Tanausú
Y si te está interesando cómo era la vida en Benahoare, la historia de los awaras y el pasado de la isla de la Palma antes de ser cristianizada, seguro que te encanta saber sobre 👉 La increíble leyenda de Jacomar
Otro de los aspectos más reseñables en la población aborigen de la isla de la Palma y que aparece mencionado en todas las lecturas históricas de la isla es el marcado carácter de la mujer awarita. Se narra en la totalidad de los escritos que las mujeres awaras tenían un papel tan importante como los hombres tanto en los trabajos de la vida cotidiana como en las contiendas y la defensa de sus poblados.
Mujeres fuertes, entrenadas a nivel físico por las condiciones naturales del territorio palmero y el carácter trashumante de la población aborigen, que no dudaban en participar con sus armas primitivas en la defensa de los suyos. Buena muestra de ello encontramos en los siguientes episodios a los que debes echar un vistazo:
👉 La fortaleza y espíritu defensor de Guayafanta
👉 La historia de Jacomar y su amada
Y sea como fuere, el hecho es que desde el año 1492 la isla de Benahoare fue cristianizada y colonizada por las tropas castellanas, dependiendo directamente del Reino de Castilla y sus territorios comenzaron a dividirse y repartirse entre los señores que comenzaron a habitar en la isla. Lo que da paso a otra parte de la historia en la isla que comenzará a llamarse San Miguel de la Palma.
¿Recuerdas que de desembarcaron en Tazacorte el día 29 de septiembre, verdad? Coincide con el día de San Miguel. De ahí el nombre de San Miguel de la Palma.
Y como curiosidad, quizás te interese saber que se propone en la actualidad retomar dicho nombre; causa de la confusión que crea en el exterior el nombre de la Palma con «las Palmas» «Palma» «Mallorca» o «la Palma, población de Cartagena».
Dejamos atrás el nombre de Benahoare. Desde este momento la isla de la Palma se verá inmersa en años de cristianización, mestizaje y repoblaciones peninsulares de andaluces, portugueses, catalanes, aragoneses y mallorquines en su gran mayoría; pero también de otras zonas de Europa como flamencos, italianos y comerciantes ingleses.
Tras la conquista de la isla se llevó a cabo la cristianización de los benahoaritas y en a penas un siglo las isla ya contaba con numerosas iglesias, grandes caseríos, sus primeras poblaciones y la isla pasó a albergar a más de 6.000 personas.
La cristianización también supuso un mayor desarrollo económico y social para la isla. Tal fue así que a mediados del siglo XVI el puerto de Santa Cruz de la Palma pasó a ser el tercero más importante del mundo, tras el de Sevilla y el de Amberes. Pero esto ya son aspectos de San Miguel de la Palma. Lo que nos lleva a otro momento de la historia de la Palma.