Descubriremos algo sobre la historia de la isla de la Palma, antes conocida como Benahoare, por sus primeros pobladores aborígenes. Mira como la isla estaba organizada en cantones, gobernada por sus jefes o menceys y damos un breve paseo por la conquista hispánica y la historia de la isla hasta nuestros días.
La población de Tazacorte siempre ha tenido fama entre los habitantes de la isla. Tazacorte siempre ha sido sinónimo de libertad, de progresismo y en su pasado también era vista como la población más «revolucionaria» de la Palma.
Cuentan los mayores que antes era conocida como el «Pequeño París» o «el París Chiquito» y la gente del Valle de Aridane siempre escapaba los fines de semana a disfrutar de la fiesta, el baile y los buenos momentos que se pasaban en Tazacorte.
A día de hoy también podemos observar algunos ápices de lo que estamos describiendo en estas líneas. Hoy la isla de la Palma, en su totalidad, es conocida por su apertura al mundo, por el respeto máximo a todos los géneros, tribus urbanas, nacionalidades, ideales y estilos y es un destino muy reconocido en el ámbito gay friendly.
No obstante, Tazacorte sigue destacando en todo ello: libre, independiente, abierta, con más horas de sol que ninguna población europea y además es donde celebramos el ¡Love Festival!
La República Independiente de Tazacorte
Tazacorte fue una ciudad independiente, fuera del ámbito nacional, con gritos revolucionarios y republicana.
¿No lo sabías? Es así, tan extraño como cierto. Pero la alegría duro poco. Tan solo tres días.
Nos trasladamos directamente al año 1911, en pleno reinado de Alfonso XIII y durante el corto mandato de José Canalejas. En la isla de la Palma, lejos de Madrid, aterrizamos en el Tazacorte de la época. La ciudad de mayor población en el Valle de Aridane, la más desarrollada gracias a los amplios cultivos plataneros de exportación y uno de los lugares más progres y avanzados en ideas e ideales. En cambio, por aquel entonces era un barrio de los Llanos de Aridane.
Se sabe por los escritos y lo que narraban los habitantes de la época que los propios vecinos de Tazacorte se organizaron, reunieron y elaboraron un escrito por el que solicitaban su independencia, bajo un claro corte republicano y unos ideales que rondaban en torno al marxismo y al comunismo, enmarcado en las agrupaciones sindicales y las juventudes republicanas de aquellos años.
Pedro Pérez Díaz, abogado del Estado español y un conocido líder republicano, organizó la burocracia con gran estima hacia la Palma y el edicto del Estado no tardó en publicarse en el Boletín Oficial (por aquel entonces «La Gazeta de Madrid»). Tazacorte, ciudad libre. No sabemos mucho más de aquel hecho histórico de la Palma pero sí existen testimonios de que multitud de vecinos salieron a las calles equipados con banderas, voladores, comparsa y dando gritos de libertad.
El Consejo y la Administración de Madrid, no tardaron en echar para atrás la operación y pocos días después se presentó su corrección.
La Independencia de Tazacorte. Esta vez bajo la dictadura de Primo de Rivera.
Tales eran las ganas de independizarse y la poca identificación de la población con el régimen dictatorial, que nuevamente durante la dictadura de Primo de Rivera en el año 1925, Tazacorte declaraba su independencia de España y renunciaba al yugo de la dictadura.
En esta ocasión, varios vecinos de la ciudad salieron a las calles con palos, escobas, bicheros de pesca y escopetas de caza con claras intenciones de revolución y pronunciando un cántico que todavía se recuerda en el Valle:
«Con palos, bicheros y cañas. Gritando con voz de calibre: viva Tazacorte libre e independiente de España»
Nuevamente la alegría no duró demasiado. Pocos días después una embarcación militar se situaba frente al puerto, lanzando un gran obús que no alcanzó Tazacorte pero impactó con el vecino barrio de Argual. La presión militar ante esta situación fue suficiente para sosegar las ansias revolucionarias y el ánimo separatista. Los vecinos de Tazacorte se replegaron pero la realidad es que no perdieron del todo. ¡Veamos el porqué!
Gracias a estos hechos, el dictador Primo de Rivera concedió la libertad de Tazacorte respecto a los Llanos de Aridane; pasando de ser un barrio a una ciudad y el municipio que actualmente conocemos.
Por todo esto que hemos narrado y por la grandeza del municipio en torno al cultivo del Plátano de Canarias, el municipio de Tazacorte aguarda tremenda importancia en la historia de la Palma del siglo XX.
La historia más reciente de la Palma parte del siglo XX y coincide con varios hitos importantes a nivel insular y por supuesto, nacional e internacional. El contexto de los inicios de siglo no era nada prometedor para una pequeña isla del Atlántico, anclada en los residuos del Antiguo Régimen, como ocurría en todas las zonas rurales de España.
Tampoco ayudó en lo económico la situación internacional marcada por la Guerra de Cuba, la Guerra Mundial y los cierres comerciales de muchos mercados. Pero los cambios de la Restauración también proliferaron en la isla de la Palma.
Los inicios del siglo XX vinieron negativamente marcados en el aspecto económico pero estuvieron repletos de importantes cambios en lo político y lo social. Al igual que se hablaba de una «Ilustración propia en la Palma» podríamos hablar de una «Restauración Palmera». ¡Mira, mira!
Los señores y el caciquismo del siglo XX
En la isla se seguía hablando de señoritos, señores o simplemente «ricos». La mayoría de las familias eran humildes, trabajadoras del campo y en definitiva la mano de obra de estos señores, propietarios de grandes fincas y haciendas, agua-tenientes, propietarios de los grandes negocios y socios comerciales de negocios extranjeros.
Se dibujaba esta clase de la sociedad palmera, terrateniente y aguateniente, que generalmente descendía de los señores, amigos y socios comerciantes de la Corte durante los años posteriores a la conquista de la isla. Son cinco generaciones de distancia pero es la realidad, lógica por otro lado; por herencias, buenos contactos y cercanías al poder se gestó esta clase alta, con el poder económico de la isla, de ideales conservadores, católicos y cercanos al poder de la administración, la banca y los grandes comerciantes.
También algunas familias regresadas de Cuba pudieron hacerse con buenas propiedades, fincas, agua o iniciar negocios en su isla natal.
Gracias a los movimientos migratorios de palmeros marchando a trabajar a los países del Caribe, el siglo XIX había estado tranquilo a nivel social. La clase señorial, ligada al caciquismo de la época era muy bien percibida por las familias humildes que trabajaban sus tierras.
Los palmeros y palmeras de la época estaban agradecidos a los terratenientes ya que les proporcionaban trabajo y sustento económico para la familia. También había muchas familias con pequeñas porciones de tierra que practicaban su propia economía de subsistencia, ahorrando al máximo de las cosechas que vendían, con la ilusión de poder adquirir alguna acción de agua que les facilitara la vida en el campo.
En cualquier caso, no eran pocas las familias que percibían a los caciques como entidades benevolentes y necesarias que les cuidaban y tenían en cuenta. Pero esta cómoda situación no podía durar para siempre.
Cambios importantes para la Palma del siglo XX
Como sabrás, el siglo XX inicia con una serie de acontecimientos internacionales poco alentadores para toda Europa, el Caribe y por supuesto con gran afección económica para todos los países. ¡Les damos un breve repaso!
La Guerra de Cuba
Entre 1895 y 1900 tiene lugar el estallido de la guerra de independencia cubana. Este hecho supone el regreso de algunos palmeros a su isla natal, supone también el sufrimiento en Cuba de muchos de ellos y sobre todo supone el cierre del grifo a la emigración palmera hacia este país. Además cae el cultivo de la caña de azúcar y lo mismo ocurre con el tabaco.
A causa de la guerra la opción cubana deja de tener sentido para el palmero que seguía intentando ir para allá cuando pudiese. El siglo XX comienza pues con un duro golpe a lo que entonces era la mejor vía de escape para muchas personas de la Palma.
La Guerra Mundial
Como recordarás, entre 1914 y 1918 tiene lugar la Primera Guerra Mundial. Un fracaso absoluto para la humanidad pero que se centró y destrozó Europa. Ante este contexto internacional, un lugar como la isla de la Palma tenía mucho que sufrir.
La base exportadora y comercial de la isla se vio totalmente dañada y se tuvo que centrar, más que nunca, en una agricultura minifundista, de cultivos para el autoconsumo y la subsistencia. Muchas familias se alimentaban a base de gofio y, según comentaban los mayores de la isla, el que tenía algún cochino o alguna cabra para matar se podía considerar un privilegiado.
Con las consecuencias del contexto internacional y el grifo de la emigración cerrado, la isla de la Palma pasó auténticas penurias.
La Gran Depresión
Como bien es sabido, en 1929 se dio la caída más grave de la bolsa norteamericana. Un duro batacazo en el mundo bursátil, que siempre se recuerda y todavía se pone como ejemplo en el contexto actual de la inversión.
Por aquel entonces una caída de la bolsa americana no debía afectar de forma tan directa a España, pero fue tal el desbarajuste en todo el mundo que llevó a una inflación general, una crisis de competencia en el comercio exterior y un estancamiento en la inversión que elevó las cifras de paro en toda Europa.
En España, el Rey Alfonso XIII y la dictadura de Primo de Rivera respondieron a esta crisis con la premisa de mantener el valor de la peseta y no aplicar una política monetaria expansiva. El precio de mantener el valor de la moneda nacional fue una mayor brecha entre las familias más ricas y las más humildes.
Cambios a nivel social en la Palma del siglo XX
Las penurias económicas de la isla, reforzadas por las menores posibilidades de emigrar hacia Cuba, junto con la situación general de crisis en toda Europa hicieron que aflorasen en la isla las ideas revolucionarias, sindicalistas y republicanas.
A pesar de que al finalizar la Guerra Mundial se volvía a abrir el grifo migratorio de palmeros hacia tierras caribeñas, la brecha entre las familias más ricas y las más humildes iba calando también en la sociedad palmera. Por otro lado, el boom del cultivo de plátanos en la isla comenzaba a expandirse. Todo ello favoreció las agrupaciones sindicales y la mayor amplitud de los ideales socialistas y comunistas, donde cobró especial protagonismo el barrio de Tazacorte; la zona agraria platanera por excelencia.
La Juventud Republicana y las primeras agrupaciones sindicales en el gremio agrario, tabaquero y panadero comenzaban a hacerse notar también en la isla de la Palma. Aunque cabe destacar que tras la Guerra de Cuba ya había surgido la Asociación Gremial de Obreros de la Palma, en el seno republicano de la capital de la isla.
La isla de la Palma se preparaba para acoger a la Segunda República Española. En abril de 1931 las elecciones daban una apabullante victoria a los liberales, republicanos y socialistas, poniendo fin al ya cuestionado caciquismo conservador.
No obstante, existe un hito excepcional en la isla de la Palma del que quizás jamás hayas escuchado nada. Concretamente la historia nos traslada al municipio palmero de Tazacorte, que fue republicano, se independizó de los Llanos de Aridane y logró ser independiente de España. ¿No lo conoces?
Con la nueva apertura del grifo migratorio hacia la isla de Cuba y la extensión del cultivo platanero de exportación hacia mercados importantes como el inglés, la situación en la Palma mejoraba respecto a los primeros años del siglo. Toda España estaba bajo el gobierno de la República y ya sabemos qué ocurrió en el verano de 1936.
El levantamiento militar liderado por Francisco Franco
Un alzamiento militar, apoyado por los caciques conservadores y las personas alineadas con los ideales de derechas en toda España. Buena parte del ejército español apoyaría este alzamiento militar con el fin de acabar ya con el gobierno de la República en España.
Franco iniciaría este alzamiento precisamente desde Marruecos y Canarias, donde la isla de la Palma aguarda de nuevo un hecho histórico importante: La Semana Roja.
Como bien es conocido el alzamiento militar franquista no tuvo el éxito que el general y sus principales apoyos habían planeado; terminando esta rebelión contra la República en la cruenta Guerra Civil Española, que dejaría al general Francisco Franco en el poder hasta 1975.
La Semana Roja de la Palma
8 días más de República que en el resto de España. Palmeros y palmeras que fueron osados y valientes hasta que llegó el primer cañonazo desde el buque Canalejas. En la isla de la Palma se mantuvo la República entre los días 18 y 25 de julio de 1936.
Vamos a mencionar los porqués de una situación que pone en el foco de la historia de España, una vez más, a la isla de la Palma.
Una hora menos en Canarias
La trama franquista fue comunicada por radio un tiempo antes en las islas Canarias. Además, todo lo que estaba ocurriendo en la isla vecina de Tenerife también fueron noticias frescas para el gobierno insular de la Palma.
Una pequeña ventaja temporal que permitió que las fuerzas políticas fieles a la república y los valientes palmeros y palmeras, se organizaran en milicias populares para prepararse ante el alzamiento militar que no tardaría en presentarse en algún buque llegando a puerto.
Una isla pequeña, agraria y familiar
Quizás no se contaba con que militares, guardias civiles, terratenientes, burgueses y personas acomodadas en la isla cercanas a la derecha, eran también muy cercanos, amigos e incluso familiares de otros palmeros y palmeras republicanos afines a las fuerzas de izquierda y fieles al gobierno de la República.
Menosprecio o claro error de cálculo
Probablemente se menospreciaba el poderío de una pequeña isla del archipiélago donde el general Franco dominaba. El caso es que se enviaron escasas fuerzas militares a la isla de la Palma. Únicamente 25 personas, por muy armadas que fueran… no iban a poder hacer rendirse a una población como la palmera.
Los pocos efectivos y el tiempo de retraso permitieron que las milicias populares y las fuerzas fieles a la República practicasen detenciones de las personas afines a la derecha que seguramente apoyarían el alzamiento militar en la Palma.
Digamos que este primer intento fue totalmente fallido. Los efectivos que desembarcaron en la Palma tuvieron que acuartelarse y no pudieron plantar cara a las milicias populares armadas con escopetas, granadas y dinamita.
Cartuchos que salieron de la nada
Quizás tampoco contaban con que las milicias populares tendrían acceso a semejante cantidad de explosivos. Pero… era la isla de la Palma. Aquí los agricultores contaban con dinamita para los trabajos del campo, se usaba para adecentar los bancales y las terrazas de cultivo. También algunas personas pescaban con cartuchos de dinamita y por supuesto los palmeros que laboraban en las galerías mineras de agua, también tenían acceso a ella.
Las milicias populares incluso planearon esperar el desembarque de las tropas en el mismo puerto, colando cartuchos de dinamita a su llegada.
Tomás Yanes no iba a entregar la isla
Tomás Yanes era el Delegado del Gobierno por aquella época en la Palma. Cualquier provincia que admitiese el estado de guerra sería una provincia sublevada.
Pero Yanes, comunicándose con Tenerife y también con Madrid siempre se mantuvo fiel al Gobierno de la República, prestando también la fuerza militar a la defensa de dicha sublevación militar. Se trataba de una ametralladora, cien granadas de mano y unos cuantos fusiles. Pero unido al humilde arsenal y la furia de las milicias hizo que esta primera llegada no tuviera éxito alguno.
Por todo ello en la isla de la Palma se habla de esos 8 días de gloria y fidelidad a la República. La Semana Roja de la Palma.
El segundo intento llegó ocho días más tarde. El buque Canalejas llegaba al puerto de Santa Cruz de la Palma y sin mediar demasiado, lanzaba un bombazo al risco que hay frente al puerto, en donde esperaban las milicias para seguir plantando cara y fue suficiente para dispersar las fuerzas milicianas.
Yanes entregó la isla para evitar la masacre de la guerra en la Palma.
Guerra, posguerra y dictadura franquista en la Palma
En la isla de la Palma como en el resto del archipiélago, no se dieron contiendas ni las cruentas batallas que se dieron en la península. Pero la Guerra Civil Española y los años de posguerra fueron igualmente duros en la Palma.
Hasta los años 50 todo estuvo marcado por la escasez, la economía de subsistencia de la mayor parte de las familias y el regreso al sistema caciquil de antaño. Al igual que ocurrió en el pasado, una buena forma de aliviar la escasez en la isla y la falta de ocupación laboral fue la emigración. Si anteriormente Cuba había sido la principal receptora de emigrantes palmeros, ahora Venezuela iba a ser el nuevo escape de palmeros hacia las américas.
Las primeras migraciones fueron totalmente clandestinas y compuestas principalmente por aquellas personas que plantaron cara a la sublevación, en defensa de la República. Sindicalistas, personas afines al socialismo, el comunismo y el anarquismo habían escapado y se mantuvieron ocultos en las cuevas de Tazacorte y otros municipios como el de Garafía. Muchos de ellos fueron los primeros emigrantes a Venezuela. Otros… también fueron secuestrados y fusilados.
La isla de la Palma tenía que subsistir de nuevo gracias a su principal potencia agraria y a este grifo de la emigración a América Latina. La brecha entre las familias ricas y pobres se seguía incrementando. El gobierno dictatorial favorecía las posiciones de terratenientes, agua tenientes y caciques y la represión a las agrupaciones sindicales e idealistas de izquierda fueron una constante, al igual que ocurría en el resto del país.
El Inicio del Turismo en la Palma. Años 60.
Fue durante la última etapa de la dictadura cuando se produjeron algunos aspectos positivos para la isla de la Palma y para todo el archipiélago canario y el resto de España.
España entra en las Naciones Unidas y también en el Fondo Monetario Internacional, se inicia un leve proceso de apertura que comienza a fomentar el turismo nacional e internacional. El archipiélago canario comienza a despuntar como punto de interés turístico en toda Europa, pero son las islas centrales y orientales las que más aprovechan este desarrollo.
Como podemos comprobar en la actualidad la Palma, la Gomera y el Hierro son islas totalmente alejadas del turismo de masas que se practica en el resto de islas y que ya se comenzó a formar precisamente durante los años 60.
Los proyectos de iniciativa pública no llegaron a triunfar en la isla de la Palma.
La iniciativa privada se centraba en las islas vecinas. La Palma no era tan atractiva debido a los problemas de conectividad e infraestructuras, carreteras, etc.
La elevada rentabilidad de la agricultura del plátano en la Palma también fue una causa que retrasaba y frenaba las pretensiones turísticas que pudieran surgir.
El retraso y la lentitud de algunos procesos constructivos también es un problema mencionado en la literatura existente en cuanto al turismo de la época.
Y es que la Palma sigue siendo una isla principalmente rural, con una fuerte dependencia del sector primario y con un turismo que, alejado de las masas de las islas vecinas, hoy es su principal atractivo.
No obstante, en esta década aparecieron los primeros hoteles y proyectos alojativos. Destacan las zonas de Santa Cruz de la Palma, los Cancajos, la Costa Gris y la Costa de Tazacorte. La edificación de los apartamentos Celta o el conocido hotel Mayantigo surgieron a principios de esta década, poniendo las primeras camas dedicadas al turista.
Despacio y en continua convivencia con el sector agrícola, surge en la Palma lo que hoy es el segundo motor de la isla: el sector turístico.
Durante el siglo XVIII la isla de la Palma vivió largos periodos de crisis. Crisis que se unían con la decadencia del imperio español y también con un contexto europeo marcado por la guerra, las crisis comerciales, la Revolución Inglesa y sobre todo por los resquicios, todavía anclados, del Antiguo Régimen.
El sistema económico y la administración de la isla se estaba basando en el caciquismo y el creciente control de los señores y terratenientes sobre las familias más humildes de la isla, que se dedicaban al sector primario de forma única y exclusiva. Por otro lado, la importancia y el reconocimiento del puerto de Santa Cruz de la Palma quedaba ya a la sombra del de la vecina isla de Tenerife.
Europa ya estaba marcada por la ilustración y a las puertas del periodo histórico que conocemos como Industrialización. En cambio en la isla de la Palma se luchaba contra la crisis del vino, se lidiaba contra la reducción del comercio de la seda, a penas quedaban cañaverales y se intentaba salir a flote con una economía agraria de subsistencia y las nuevas luces del cultivo de la cochinilla 👈.
Las primeras elecciones municipales democráticas en España.
A pesar de la decadencia económica y crisis social en la isla, existe un hecho histórico que pone el sello de la Palma a finales del siglo XVIII. ¡Mira!
La Palma se organizaba, al igual que el resto de España, por el sistema oligárquico de los regidores perpetuos. Pero el rey Carlos III permitía que aquellas poblaciones de más de dos mil vecinos pudieran contar con dos cargos encargados del control administrativo del Ayuntamiento y el bienestar vecinal. Eran el Diputado del Común y el Síndico Personero.
A priori se trataba de una buena forma de limitar el caciquismo y la supremacía existente entre las cúpulas de señores y socios terratenientes. La realidad, como podemos imaginar, era bien distinta y las tramas corruptas entre las clases más favorecidas estaban al día.
Es donde cobra protagonismo la persona de Dionisio O`Daly, cuyo nombre ocupa hoy una importante calle de la capital palmera. Dionisio era un comerciante irlandés afincado en la isla de la Palma. Conocido y querido por los vecinos de la capital. Pero además de comerciante era el Síndico Personero correspondiente a la ciudad de Santa Cruz de la Palma.
El fin del sistema de los regidores perpetuos
O´Daly fue el encargado de presentar cargos contra los regidores perpetuos, acusándoles de malversación de los fondos públicos y otras corruptelas.
Todo ello resultó en la abolición del sistema de los regidores perpetuos y desde entonces se dispuso mediante el Consejo de la Corte, que los regidores deberían ser elegidos por sufragio cada dos años.
Primer Ayuntamiento elegido por sufragio universal en España.
Fue un hecho muy importante en el pasado de Santa Cruz de la Palma, que da paso en numerosas notas y escritos históricos a considerar que las elecciones municipales de Santa Cruz fueron las primeras democráticas en España.
Se habla en algunos foros históricos de la «Propia Ilustración Palmera».
La Crisis Migratoria en la Palma
Como ya se anticipó en la historia de la post-conquista, comenzaba una dura época para la isla de la Palma en la que los barcos, en lugar de transportar el lucrativo comercio de los años pasados, comenzarían a cargar remesas de emigrantes que ponían rumbo a la Habana y a otros lugares como Venezuela.
Hasta la llegada del boom platanero en las islas Canarias, tanto la Palma como el resto de islas y otras zonas de España, fueron emisoras de la mano de obra que nutrían las florecientes economías del Caribe. Fueron muchos los barcos que además de transportar las mercancías todavía existentes en las rutas del Atlántico, llevaban consigo a multitud de palmeros. La gente de la isla tenía que marchar a encontrar sustento económico y en este caso, Cuba fue uno de los principales receptores.
Además, desde las administraciones canarias se fomentaba este fenómeno migratorio. Era la salida más rápida y resolutiva de los problemas económicos en la isla de la Palma (al igual que ocurrió en el resto de islas). La pequeña y dañada economía de este siglo no podía absorber, de ninguna manera, toda la mano de obra de la isla.
Esto se mantuvo así hasta la llegada de los primeros turistas y los inicios del nuevo motor que tiraría de la economía de la isla. Motor que nuevamente se basaba en el sector primario; hablamos de la proliferación y rápida extensión del cultivo platanero de la Palma.
Finales del siglo XIX en la Palma
Se prepara la entrada al siglo XX en la isla y con ello comienzan a volver algunos de los emigrantes que marcharon en aquellos barcos en busca de una mejor vida. Muchos palmeros y palmeras se quedaron en las Indias pero otros tantos volvieron a su querida isla.
Lo cierto es que hubo muchas personas que habían hecho bastante dinero trabajando en Cuba y Venezuela, otros incluso formaron negocio y adquirieron tierras y propiedades. Algunos volvían alardeando de su mejor posición económica frente a las humildes familias que se quedaron subsistiendo en la Palma. Dando origen a las primeras celebraciones de la fiesta más conocida y querida en la Palma: la Festividad de los Indianos.
Llamamos indianos precisamente a estas personas que, tras emigrar a los países del Caribe, volvían enriquecidos y podían hacerse buenas casas, comprar las acciones de agua, adquirir más tierras y mejores vestimentas.
La fiesta de Los Indianos se basa en esta «burla» que los palmeros y palmeras de la isla hacían a los «nuevos señoritos» recién llegados de Cuba.
Pero esta historia no solo dejó la mayor fiesta de la isla
Con la llegada de los primeros emigrantes llegó dinero, una nueva forma de ver la economía, otro modus operandi en el inicio de negocios locales, agendas de contactos externos y el «saber hacer» en otros cultivos, manufacturas y trabajos artesanales.
Por ejemplo, trajeron de vuelta las semillas del mejor tabaco de la Habana. Algo que sin lugar a dudas tuvo todo que ver en el desarrollo de los puros palmeros. Un tabaco que para muchos expertos sigue siendo el mejor del mundo y que ha dejado en la Palma una cultura del puro. Del mismo modo se retomaron algunas actividades como la artesanía con la seda o el regreso de los mejores maestros del ron.
Todo ello coincidía con el boom platanero en la isla. Aunque en la Palma se seguían cultivando extensas producciones de viñedo, el plátano ya estaba muy presente en la isla durante todo el siglo XIX. Sobre todo desde mediados de siglo, el cultivo platanero se fue extendiendo por algunas terrazas y barrancos de los Llanos de Aridane (Argual) y otras extensiones correspondientes al municipio de San Andrés y Sauces.
Aquellas zonas que en el pasado estuvieron repletas de cañaveral, comenzaron a verse sembradas de plataneras. Lo que en el futuro iba a ser el auténtico y todavía vigente motor de la economía palmera.
Con el regreso de los primeros indianos, preparándose el boom platanero en la isla y a las puertas del siglo XX se inicia en la Palma un nuevo rumbo cuya tendencia nos acerca a los tiempos actuales. Pero dejamos esto para una nueva entrada. ¡Vamos a verlo!
Tras la conquista definitiva de la isla y durante los primeros siglos del Antiguo Régimen, se sucedieron en la Palma unos siglos de gran desarrollo y prosperidad. Tras ello, llegaron también siglos de decadencia, crisis comerciales y penurias, que salpicadas además por los años de sequía, destrozaron la economía de la isla; lo que provocó las primeras emigraciones de palmeros y palmeras que marchaban a Cuba, Venezuela y otras zonas del Caribe en busca de sustento.
Primeros años de la post-conquista
Nos situamos durante los siglos XV y XVI. Fueron años en los que la Corona de Castilla se dedicó a repoblar la antigua isla de Benahoare, llevando a cabo el proceso de cristianización de los awaras. Durante los primeros años se produjeron asociaciones entre conquistadores y aborígenes, se construyeron las primeras pilas bautismales y comenzaron a llegar señores, socios de la Corte, comerciantes y gente de la burguesía.
Se instauraba el Antiguo Régimen del gran imperio español en la isla de San Miguel de la Palma. En lo social y económico nada cambiaba respecto a lo que ocurría en el resto de territorios españoles. La relación de vasallaje era un hecho entre los conquistadores y los menceys de los territorios de la Palma.
Señores y socios de la Corte se repartían las mejores tierras, donde después crearían sus haciendas. Lo mismo ocurría con el reparto de las aguas y la planificación económica de los recursos potenciales que brindaba el nuevo territorio.
Iniciado ya el siglo XVI la isla de la Palma aguardaba cobijo a más de 6.000 personas, entre awaritas convertidos y los nuevos pobladores. Además comenzaron a desarrollarse los primeros núcleos urbanos, las iglesias, haciendas, molinos y acequias. Los nuevos pobladores de la isla trajeron nuevos cultivos, animales y semillas.
Algo era claro. La Palma contaba con la mayor riqueza que se podía tener en aquel entonces: agua dulce, buena tierra, mano de obra y un clima subtropical perfecto para adaptar cualquier cultivo con el que comerciar tanto en Europa como en el nuevo mundo de las américas.
La caña de azúcar en la historia de la Palma
Estos inicios de rápido crecimiento y desarrollo vinieron causados por la expansión de los cultivos de caña de azúcar. Las zonas de los Sauces, Tazacorte y Argual se plagaron de cañaverales. La caña de azúcar, el guarapo y el ron eran buenos generadores de la riqueza del momento. No solo españoles; también italianos y flamencos comerciaban con lo que entonces era el oro de la Palma.
Los densos cañaverales pagaban buena parte del desarrollo de la isla. Si bien fue Barlovento una de las primeras poblaciones que fundaron los colonos en la isla, la ciudad de Santa Cruz de la Palma fue ganando toda la importancia de la isla y durante el siglo XVI era conocida por todo el mundo gracias a sus operaciones portuarias.
Además del cultivo del cañaveral, la seda en la Palma también tuvo su protagonismo. Una tierra especial para el denso crecimiento de las moreras y una mano de obra que implicaba sobre todo a niños y mujeres se comenzaba a instaurar también en la Palma.
La llegada de comerciantes y artesanos flamencos e italianos supuso la importación de este preciado material de la época para la elaboración de tejidos y ropajes, importado de la China y ya bien aprendido por franceses y flamencos.
Tal fue la importancia de los menesteres de la seda palmera que sus tejidos se exportaban hacia el puerto de Amberes e incluso a los nuevos puertos de las américas. Así la seda en la Palma se extendía también durante los siglos XVII y XVIII, llegando hasta nuestros días. ¡Mira, mira!
El Puerto de Santa Cruz de la Palma fue, nada más y nada menos, que el Primer Juzgado de Indias del imperio español y el tercer puerto marítimo más importante del mundo.
Este hecho sumado a la importancia del comercio de la caña de azúcar, el ron y la seda, propició el gran desarrollo de la industria naval de la época. Se puede afirmar que el siglo XVI fue realmente un siglo de oro para San Miguel de la Palma.
Se sabe, por algunas referencias históricas de los archivos de otras islas vecinas, que los astilleros de la Palma construyeron multitud de buques. Además gran cantidad de madera de la isla se exportaba a los astilleros de Tenerife y Gran Canaria para construir más embarcaciones y todos los historiadores mencionan la gran importancia que tuvo esta industria de astilleros para el desarrollo de la isla.
Por desgracia no hay demasiada documentación acerca de ello; como tampoco tenemos acceso a demasiados escritos, archivos ni contabilidades de la época. ¿Te imaginas el porqué?
¡Piratas!
La riqueza de la isla en su siglo de oro, la gran cantidad de comercio transatlántico, el constante paso de barcos de toda bandera… implicó la siempre cercana presencia de los piratas más temidos en los mares de aquella época.
Francois Le Clerc, más conocido como Pata de Palo, atacó la ciudad de Santa Cruz de la Palma y entre otras muchas cosas… todo archivo contable y notarial de la época quedó reducido a cenizas.
De la caña de azúcar a los vinos de la Palma
Sin lugar a dudas la época dorada de la Palma se terció durante todo el siglo XVI. La caña de azúcar fue capaz de pagar buena parte del desarrollo de un territorio prácticamente recién conquistado.
Los cultivos de cañaveral, poco a poco, fueron desapareciendo hasta que prácticamente por todos los barrancos y terrazas de la isla se localizaban amplios cultivos de vid. Los caldos de la Palma vinieron a tirar de la economía de la isla como en su día lo hizo la caña de azúcar.
Durante los primeros años de esta nueva etapa podemos decir que el poder comercial de la isla aún seguía en auge gracias a la producción de caña de azúcar y seda y al reconocimiento europeo a los buenos vinos de la isla, que también zarpaban en barriles para los puertos españoles, portugueses y flamencos.
Pero también fue el inicio de una nueva etapa de decadencia en la Palma. Fueron años marcados por crisis comerciales, cambios en Europa y la decadencia de todo el imperio Español:
La crisis de los vinos, marcadas por el auge de los caldos de otros lugares y la crisis comercial a nivel internacional.
El fin de los cultivos de la caña de azúcar, causa de la extensión de este cultivo por los nuevos territorios del Caribe y las propias costas del norte de África.
La decadencia en la importancia de la seda, por el surgimiento de nuevas modas y tejidos en Europa.
La crisis comercial en Europa, que marcó el siglo XVII en su conjunto con aspectos como la Revolución de los Precios, la Guerra de los 30 años o la Revolución Inglesa
Como vemos, el ambiente internacional no era propicio para nadie. Pero mucho menos para una isla como la Palma que, de ser uno de los principales puertos del mundo y un lugar ideal para el comercio, el desarrollo agrícola y una perla en el Atlántico para los piratas, pasó a tener que lidiar de nuevo con una economía de subsistencia.
Además el poder comercial estaba cada vez más concentrado en los nobles y señores socios de la Corte. La economía palmera quedaba a merced del caciquismo, del exhaustivo control de la aristocracia y los señoríos del momento.
Bajo la decadencia de esta época en la Palma no fueron pocas las familias que pasaron hambruna. La falta de trabajo en la isla y la escasez de comercio, unidos al fuerte yugo del Antiguo Régimen de la Corona que además, comenzaba a agonizar en Europa, estaban preparando el contexto ideal para la despoblación de la isla.
La seda no fue suficiente…
El mayor esplendor de la seda palmera se produjo precisamente durante el siglo XVIII. No son pocos los escritos históricos que referencian la importancia de la seda en la isla de la Palma. Labores y productos elogiados por los artesanos extranjeros que incluso exportaban durante esta época marcada por las crisis comerciales.
Pero la realidad es que aunque sirvió para emplear a buena parte de las familias humildes de algunas zonas de la isla, la seda nunca tuvo el poderío comercial, ni la extensión de lo que fueron auténticos motores de la economía palmera como el azúcar o el vino.
Tendremos que esperar hasta los siglos XIX y XX para poder hablar de la importancia del carmín, con el cultivo de la cochinilla y del boom platanero, que sigue siendo un gran motor económico para la Palma en la actualidad.
Esta decadencia económica no debe eclipsar algo muy importante que se estaba fraguando en la isla de la Palma. Nos adentramos en otra parte de la historia que da lugar a una nueva entrada.
En este caso nos referimos a un acontecimiento esencial a nivel político, que cambiaría por siempre las bases del Antiguo Régimen en la totalidad del territorio español pero que, curiosamente, se inició en la Palma.
Por todos los escritos históricos tras la conquista del archipiélago canario y a causa de las investigaciones realizadas por arqueólogos, historiadores y científicos que apoyan las narrativas históricas de la época, sabemos que la isla de Benahoare estaba poblada por sus aborígenes awaras, awaritas o benahoaritas.
Una población que quizás habitase la isla desde el año 2000 antes de Cristo o incluso desde el siglo V a.C. Esta población primitiva tenía el territorio dividido y organizado en pequeños reinados o cantones. Familias benahoaritas ocupaban la isla de forma dispersa, trashumante y bajo los jefes o «reyes» de cada cantón (a los que llamaban Mencey).
Se sabe que en la Palma no había órganos de mando superiores, como sí los había en las islas de Tenerife o Gran Canaria. Los cantones eran independientes totalmente entre sí y de hecho respetaban sus territorios de forma mutua.
A continuación puedes observar un mapa de la isla de la Palma organizada en los 12 cantones en los que se dividía en la época prehispánica:
1 – Cantón de Tagalguen
También llamado Tegalgen, cuyo mencey era Bediesta. Que prácticamente se corresponde, en su totalidad, con el actual municipio de Garafía. Podemos acceder a los centros arqueológicos de la Zarza y la Zarcita, donde además de disfrutar de unos senderos de cuento de hadas podremos ver cuevas, petroglifos y nos podremos trasportar en el tiempo al pasado benahoarita de la isla.
2 – Cantón de Tagaragre
Cantón bajo la capitanía del awarita Temiaba. Actualmente se corresponde en su práctica totalidad con el municipio de Barlovento. Se sabe que fue una zona habitada y transitada por los awaras y buena muestra de ello son las pruebas arqueológicas que se han encontrado en este municipio. En el museo podemos asistir a restos óseos y utensilios como vasijas. Algunos de ellos encontrados en la Cueva de la Higuera, precisamente en este municipio de Barlovento.
3 – Cantón de Adeyahamen
Corresponde al actual municipio de San Andrés y Sauces y precisamente significa «Bajo el agua» ó «Debajo del agua». Sin lugar a dudas los primeros pobladores de Benahoare ya conocían bien los lugares de mayor abastecimiento de este preciado bien de la naturaleza. Su mencey, al igual que el de Tagalguen, se llamaba Bediesta. Si el pasado benahoarita es de tu interés, en este municipio palmero podrás visitar las Cuevas del Tendal. Un centro arqueológico y etnográfico en el que podrás presenciar in situ los lugares que habitaban los awaras. Las excavaciones continúan y siguen sorprendiendo con importantes hallazgos a arqueólogos e historiadores.
4 – Cantón de Tenagua
Su mencey en tiempos de la conquista se llamaba Atabara y prácticamente se corresponde con el municipio actual de Puntallana. Municipio que destacó tras la conquista por ser uno de los más poblados. Las condiciones climáticas y la abundancia de agua dulce proveniente de sus frondosos bosques, propiciaron un gran desarrollo de la agricultura a los colonos que comenzaban a llegar a esta zona. No te puedes perder la caminata por el Cubo de la Galga, es la mejor forma de comprender el desarrollo que tuvo esta zona de la isla tras la conquista.
5 – Cantón de Aceró
Corresponde al territorio que abarca la Caldera de Taburiente. El mayor cráter emergido de todo el mundo, una auténtica bestia de la naturaleza, totalmente fortificada por sus elevadas cumbres que la rodean a modo de un gran «Coliseo» natural. El último cantón en rendirse a la conquista hispánica bajo los mandos de su mencey, el más conocido de la isla, el indomable Tanausú.
Territorio benahoarita que se corresponde en parte con los actuales municipios de Santa Cruz de la Palma y las Breñas. Su mencey, en los tiempos de la conquista, se llamaba Bentacayse. Estamos ante una de las mejores zonas para entender y trasportarnos al pasado de la conquista de Benahoare.
Fueron estas zonas cercanas a la capital, donde muchos señores, grandes comerciantes y descendientes de colonos más adinerados se instalaron. Podremos observar las casas coloniales, fincas y grandes casonas de estos señores de la post conquista. Siempre en torno al desarrollo de la capital (Santa Cruz de la Palma) y a la importancia que pronto tomó la actividad portuaria.
7 – Cantón de Tigalate
Sus menceys eran dos en el momento de la conquista: Jariguo y Garehagua y se correspondía con el actual municipio de Mazo y parte de Fuencaliente. Además, todavía hoy podrás encontrar un barrio del municipio de Mazo que conserva el mismo nombre, el barrio de Tigalate.
Si el pasado awara es de tu interés no debes perderte la visita a las Cuevas de Belmaco. Son el primer yacimiento encontrado en las islas Canarias y como es lógico ha sido (y sigue siendo) una auténtica «Universidad» del pasado benahoarita para la Palma y para todo el conocimiento de la historia aborigen de todas las Islas Canarias.
Echentire y Azuquahe eran los «reyes» aborígenes de este territorio que ocupaba el actual municipio de Fuencaliente y una pequeña parte de lo que hoy corresponde a la Villa de Mazo. El territorio más seco de la isla, como lo es actualmente pero no por ello desocupado de población awarita. Se cree que unas pocas familias aborígenes ocuparon este cantón que poco se opuso a las tropas castellanas de Alonso Fernández de Lugo en la conquista de la isla.
En la actualidad, junto al Roque Teneguía podemos observar un conjunto de hasta 83 paneles con grabados rupestres benahoaritas. Petroglifos que nos trasladan y nos ayudan a comprender el contexto primitivo de la vida de los awaras.
9 – Cantón de Tamanca
Territorio que podríamos identificar con el entorno de la montaña y barranco de Tamanca, actualmente en la zona de las Manchas, pero que realmente ocupaba buena parte del actual territorio de los Llanos de Aridane, el Paso y parte de Fuencaliente. Su mencey también era llamado Tamanca y en su honor se puso nombre a esta montaña que podremos encontrar sobre las Manchas de arriba.
En la actualidad podrás ver el nombre de Tamanca escrito en varios lugares de la isla: alguna compañía de alquiler, un gran restaurante, unas bodegas, el barranco, el volcán… sin duda alguna alguna el espíritu de Tamanca sigue con nosotros en la isla de la Palma.
10 – Cantón de Tijuya
Pequeño territorio de Benahoare que abarcaría las zonas de Puerto Naos, Todoque, la Laguna y la parte norte de las Manchas. Actualmente existe un barrio del municipio del Paso que hereda el nombre de este cantón de los awaras: el barrio de Tajuya. También existe el barrio de Jedey (que proviene de «Chedey»). Cobra especial importancia el nombre de Echedey, que era el mencey de Tijuya.
Este territorio de Benahoare estuvo poblado por fuertes awaras, guerreros y de gran valor. ¿Recuerdas el primer intento de conquista de la Palma?
Territorio awara que se correspondía con lo que hoy son Los Llanos de Aridane, una pequeña parte del Paso y Tazacorte. Junto al imponente Barranco de las Angustias y con las montañas de la Caldera de Taburiente en sus límites fue uno de los primeros cantones en toparse con las tropas cristianas en la conquista.
A su mencey le llamaban Mayantigo, que en la lengua de los awaras significa «pedazo de cielo». Se rumoreaba que era un jefe con gran generosidad, buena personalidad y muy querido entre las familias benahoaritas de su territorio pero además se cree que tenía muy buena presencia. Como curiosidad, marcada por una cruenta batalla, pasaron a llamarle Aganeye (que significa brazo cortado).
Hoy en día, en pleno centro de los Llanos de Aridane encontrarás el Museo Benahoarita. Todo un templo de historia que nos hace descubrir el mundo de los awaritas en su amada tierra de Benahoare.
¿Quieres saber cómo perdió el brazo Mayantigo?
12 – Cantón de Hiscaguán
Nos encontramos ante el reino más poderoso de la isla de Benahoare. Abarcaba los actuales municipios de Tijarafe y Puntagorda y su mencey respondía al nombre de Atogmatoma. ¿Recuerdas a Tanausú, verdad? Cuentan que Atogmatoma era su tío.
La verdad es que los benahoaritas no destacaban por cruentos enfrentamientos entre cantones, envidias o disputas entre ellos; a excepción del robo de ganado entre familias de diferentes territorios. Pero también constan, según algunos historiadores, algunas batallas con ímpetu de conquista y sometimiento.
El cantón de Hiscaguán era el más poderoso. Y como ya sabemos, el reino de Aceró, bajo la comandancia de Tanausú, fue el último en caer ante la conquista de Castilla. Se cree que la envidia y el ánimo por ocupar el territorio de la Caldera de Taburiente (cantón de Aceró) corría por las venas de Atogmatoma. Yendo este con sus huestes a través de lo que hoy conocemos como la Cumbrecita, a invadir el territorio de Tanausú. Se libró una intensa batalla entre los awaras más poderosos de Benahoare con claro saldo negativo para Atogmatoma, que se vió obligado a abandonar y marchar hacia sus dominios.
Para ubicar en el tiempo a la conquista de la isla de la Palma debemos trasladarnos al siglo XV; concretamente nos trasladamos al año 1492. Pero para ello debemos entender el contexto de la conquista del archipiélago canario. ¡Vamos a ello!
La primera isla visitada, conquistada y cristianizada fue Rubicón (la isla de Lanzarote) en el año 1402, seguida de Fuerteventura y la isla del Hierro. Tienen protagonismo los nombres de Juan de Bethencourt y Guillén de la Salle, caballeros del Reino de Francia que desearon conquistar y cristianizar este «nuevo mundo». También las tropas y caballeros portugueses, que surcaban las aguas de las costas africanas no dejaron de mostrar intereses en estas conquistas.
Finalmente, mediante el tratado de Alcazobas, estos territorios pasaron a formar parte de la Corona de Castilla. Señalar que no tuvieron demasiada oposición por parte de la población aborigen de las islas pero los problemas internos y las discusiones entre los conquistadores alargaron la conquista de esta parte del archipiélago hasta 1405.
Fue en torno a 1418 cuando la importancia de Jean de Bethencourt comenzó a disminuir y todo se comenzó a poner en manos de Castilla. Mediante tratados, acuerdos y permutas (algo muy típico en aquella época) los territorios del archipiélago canario pasaron a formar parte de señoríos castellanos. En este mismo momento histórico se incorporó la isla de la Gomera, que no fue conquistada militarmente sino mediante acuerdos y tratados de paz con los propios aborígenes de la isla.
La importancia de Jean de Bethencourt y de Guillén de la Salle se traslada ahora a otros nombres que, sin duda alguna, aguardan mucha importancia en esta parte de la historia de las islas Canarias: Hernán de Peraza (el viejo) y Guillén de Peraza (el joven).
Primer intento de conquista de la isla de la Palma
En la conquista de la Palma cobra especial importancia la figura de Guillén de Peraza, ya que durante los intentos de conquista de las islas de Tenerife y Gran Canaria sucede el primer acercamiento y desembarco de las tropas castellanas en la isla de la Palma. Fue en el año 1447.
Fue la primera muestra de fuerza, valor y coraje que caracterizan la historia aborigen de la Palma. Esta llegada de tropas a la Palma (Benahoare, en aquel tiempo) no tuvo un saldo positivo para las tropas castellanas de Peraza, que menospreciaron la fuerza y organización de los awaras y de hecho el propio Guillén de Peraza no pudo volver a su embarcación, quedando muerto en la batalla de Tihuya (Tajuya).
La fortaleza de los benahoaritas, las dificultades del abrupto terreno de la Palma y el exceso de confianza de estas primeras tropas retrasaron la conquista de la Palma hasta, nada más y nada menos, 1492. Siendo antes conquistada la isla de Gran Canaria, donde comienza a cobrar gran importancia otro hombre, al que debemos conocer: Alonso Fernández de Lugo, el adelantado.
Entre 1447 y 1492 hubo un periodo de sucesivos «acechos» bimbaches en alianza con las tropas castellanas, ya señores de los territorios del archipiélago conquistado, en los que se producían robos de ganado, captura de esclavos y claros «tanteos» de conquista. No obstante, jamás se desembarcó en Benahoare de forma firme y con claro ímpetu de conquista. La fortaleza de los awaras como el gran conocido Tanausú y la muerte del propio Guillén de Peraza debieron ser motivos suficientes para que la Palma fuese la penúltima isla ocupada militarmente.
Segundo intento y conquista definitiva
Como ya hemos mencionado, Alonso Fernández de Lugo cobró una gran importancia en la conquista de Gran Canaria y por este motivo también se ganó la confianza de los Reyes Católicos para obtener los derechos de conquista de los territorios por conquistar.
Por ello, el 29 de septiembre de 1492 desembarcaron en Tazacorte un buen número de tropas castellanas con la intención de conquistar definitivamente la isla de la Palma. Se sabe que vinieron seis embarcaciones con 900 hombres. En estas conquistas del archipiélago no solo desembarcaban las tropas castellanas sino que eran acompañados también por aborígenes de otros lugares, ya convertidos al cristianismo.
Los Reyes Católicos no deseaban una conquista basada en la guerra, el genocidio y la absoluta desaparición aborigen de estos «nuevos» territorios. La estrategia se basaba en desembarcar, conocer, negociar y pactar con la población aborigen de la isla. Tal es el caso que los castellanos respetaban la organización territorial en cantones y también los derechos de los «jefes» o menceys de cada cantón benahoarita.
Por parte de los awaras o benahoaritas la situación fue similar en la mayoría de territorios. En la mayoría de cantones no hubo oposición alguna y la población aborigen fue «absorbida» poco a poco, cristianizada y bautizada como ya había ocurrido cuarenta años antes en la isla del Hierro. Se firmaban tratos de paz y se realizaban negociaciones con la población aborigen en la mayoría de los territorios, pero destacan algunos episodios de contiendas y batallas que dan muestra de la fortaleza y el valor de algunos líderes benahoaritas que no quisieron rendirse a la conquista. Si te interesa puedes verlo en:
Y si te está interesando cómo era la vida en Benahoare, la historia de los awaras y el pasado de la isla de la Palma antes de ser cristianizada, seguro que te encanta saber sobre 👉 La increíble leyenda de Jacomar
Otro de los aspectos más reseñables en la población aborigen de la isla de la Palma y que aparece mencionado en todas las lecturas históricas de la isla es el marcado carácter de la mujer awarita. Se narra en la totalidad de los escritos que las mujeres awaras tenían un papel tan importante como los hombres tanto en los trabajos de la vida cotidiana como en las contiendas y la defensa de sus poblados.
Mujeres fuertes, entrenadas a nivel físico por las condiciones naturales del territorio palmero y el carácter trashumante de la población aborigen, que no dudaban en participar con sus armas primitivas en la defensa de los suyos. Buena muestra de ello encontramos en los siguientes episodios a los que debes echar un vistazo:
Y sea como fuere, el hecho es que desde el año 1492 la isla de Benahoare fue cristianizada y colonizada por las tropas castellanas, dependiendo directamente del Reino de Castilla y sus territorios comenzaron a dividirse y repartirse entre los señores que comenzaron a habitar en la isla. Lo que da paso a otra parte de la historia en la isla que comenzará a llamarse San Miguel de la Palma.
¿Recuerdas que de desembarcaron en Tazacorte el día 29 de septiembre, verdad? Coincide con el día de San Miguel. De ahí el nombre de San Miguel de la Palma.
Y como curiosidad, quizás te interese saber que se propone en la actualidad retomar dicho nombre; causa de la confusión que crea en el exterior el nombre de la Palma con «las Palmas» «Palma» «Mallorca» o «la Palma, población de Cartagena».
Dejamos atrás el nombre de Benahoare. Desde este momento la isla de la Palma se verá inmersa en años de cristianización, mestizaje y repoblaciones peninsulares de andaluces, portugueses, catalanes, aragoneses y mallorquines en su gran mayoría; pero también de otras zonas de Europa como flamencos, italianos y comerciantes ingleses.
Tras la conquista de la isla se llevó a cabo la cristianización de los benahoaritas y en a penas un siglo las isla ya contaba con numerosas iglesias, grandes caseríos, sus primeras poblaciones y la isla pasó a albergar a más de 6.000 personas.
La cristianización también supuso un mayor desarrollo económico y social para la isla. Tal fue así que a mediados del siglo XVI el puerto de Santa Cruz de la Palma pasó a ser el tercero más importante del mundo, tras el de Sevilla y el de Amberes. Pero esto ya son aspectos de San Miguel de la Palma. Lo que nos lleva a otro momento de la historia de la Palma.
Nos podemos informar sobre los awaras y la historia aborigen de la Palma en múltiples lugares que plasman los estudios históricos de todas las islas Canarias, investigaciones acerca de los primeros pobladores del archipiélago canario y los escritos de algunos investigadores relevantes como Juan de Abréu Galindo o Conrado Rodríguez Martín, entre otros. Pero aquí vamos a comentar unas breves e interesantes pinceladas sobre la historia de la Palma que como visitante podrían interesarte. ¡Vamos a ello!
Awaras. Los primeros pobladores de la Palma
Hasta el momento no es posible conocer el origen exacto de los primeros pobladores de la Palma (y de todo el archipiélago canario) pero sí sabemos que esta isla pudo ser habitada desde el siglo X antes de Cristo. Incluso hay teorías basadas en los estudios de restos y momias encontradas, que podrían enmarcar a estos primeros pobladores en el año 2000 antes de Cristo.
Hay varias teorías en cuanto a cómo pudieron llegar estas primeras poblaciones a las islas, ya que en ese tiempo no era conocida la navegación. Lo que sí es seguro (y así queda demostrado) es que estas primeras poblaciones tenían sus orígenes en las tribus del Norte de África. La genética guanche, de hecho, contiene un claro componente bereber.
¿Cómo se instauran estos primeros pobladores en las islas?
Una teoría argumenta básicamente que se trataba de poblaciones esclavas de las zonas de Libia y del Magreb aquí instauradas, con las que se comerciaba y a las que se les esclavizaba, fruto de las ocupaciones romanas y fenicias del Norte de África. Es la teoría más probable y explicada.
Otra teoría argumenta que quizás, estos primeros pobladores pudieran venir por sus propios medios, escapando de sus lugares de origen con pretensiones de encontrar otros lugares donde instalarse. Esta teoría sigue siendo muy cuestionada por el desconocimiento de la navegación en aquella época y el origen primitivo de estos primeros pobladores; no obstante, hasta el momento resulta imposible descartarla.
Lo que sí tenemos claro es el origen bereber, sin descartar los orígenes mediterráneos y también subsaharianos. Algo lógico si pensamos que estas poblaciones norteafricanas de la época ya contaban con dicho mestizaje.
La vida de los awaras
A estos primeros pobladores de la isla de la Palma se les conocía como benahoaritas, fruto del propio nombre que le daban a la isla, Benahoare. El significado de esta palabra es bien lógico y natural, fruto de la época y el entorno primitivo al que nos estamos refiriendo. Benahoare significa «tierra mía» o «mi tierra». Algo que podríamos traer a nuestro lenguaje como «patria». Ese era el nombre de la isla de la Palma para su población aborigen.
Cuando visitamos los museos, los centros etnográficos y culturales de la Palma, así como si buscamos otras informaciones históricas de la isla, debemos saber que a los benahoaritas también se les conoce como «awaras» «awaritas» o «ahuaritas». Nos referimos así a los aborígenes de la Palma.
Hay diversos estudios y teorías que calculan la demografía de Benahoare. Todos argumentan que la población primitiva de la isla iba entre los 1000 y 3000 habitantes. Una población pequeña y autocontrolada por medio del infanticidio, teniendo en cuenta los escasos recursos basados en la más llana subsistencia.
En cambio, todos los escritos históricos hacen referencia a una población de piel blanca, más alta, fuerte, corpulenta y con espíritu guerrero tanto en hombres como en mujeres. No son pocas las historias que hablan de la mujer palmera como fuerte y luchadora; participativa en todos los conflictos y contiendas entre los diversos cantones de la propia isla, con otras islas del archipiélago e incluso en la conquista castellana de la Palma.
Otros aborígenes, como los de la isla vecina del Hierro, siempre temían a la población palmera por su fuerza, corpulencia y poderío en la lucha.
Un modo de vida primitivo
Los benahoaritas llevaban a cabo una vida primitiva basada en la subsistencia. Una población trashumante y ganadera que subía a las cumbres en la época estival para permanecer en las medianías y bajaban a las zonas más cercanas a la costa el resto del año. Basaban sus labores en el cuidado del ganado: ovejas, cabras y cerdos (traídos del continente africano) y también existen estudios que demuestran que laboraban cultivos de cebada, habichuelas, trigo y lentejas.
No obstante se dice que la base de su alimentación solía ser la leche, las raíces de helechos y la recolección de frutos silvestres como los dátiles, los piñones, los bicácaros y los frutos del acebuche, la faya y el madroño. Como curiosidad, el gofio era una masa preparada a partir de las raíces de helechos y malvas secas. Complementaban esta alimentación con la caza de aves y lagartos.
Preparaban caldos de carne que acompañaban con este gofio y también consumían ingentes cantidades de leche de cabra.
También hay estudios que demuestran la actividad pesquera de estos primeros pobladores de la isla de la Palma. Las épocas del año que se instalaban en las zonas costeras también recolectaban moluscos como las lapas y los burgados y pescaban sargos, viejas y abadejos principalmente.
Estrecha relación con la gastronomía actual
Carne de cabra, carne de cerdo, leche y quesos de cabra y el gofio (de hoy) junto con algunos frutos silvestres fueron una buena base de la alimentación palmera tradicional y aunque mucho más completa, variada y actualizada todavía forman parte de la dieta canaria a día de hoy, junto con las lapas y el pescado típico del archipiélago.
Los awaras también curtían las pieles de sus ganados para fabricar sus vestimentas y calzado (importante, dada la orografía y composición geológica de la isla). Además ejecutaban labores de fabricación de objetos útiles para la vida cotidiana y la defensa empleando el barro, la piedra y la madera. Buena muestra de ello podemos encontrar actualmente en el Museo Benahoarita, el Tendal o las Cuevas de Belmaco (entre otros puntos etnográficos que visitar en la Palma).
Se organizaban en cantones (pequeños reinos) que curiosamente coinciden a día de hoy, en buena parte, con los actuales municipios de la isla. Estos cantones giraban en torno a unas pocas familias que ocupaban una determinada zona geográfica de la isla y cada uno tenía un mencey (rey) como jefe del cantón. Las familias benahoaritas vivían en cuevas situadas en las laderas y desembocaduras de los barrancos y también fabricaban pequeñas chozas de piedra y barro seco. A día de hoy todavía podrás observar muchas de estas cuevas si realizas senderismo por los barrancos de la Palma.
Una vida primitiva, basada en la subsistencia y siempre adaptada a la naturaleza de la isla, las inclemencias y estaciones del clima y organizada en diversas familias que pertenecían a diferentes cantones. Por otro lado, se cree que en general esta población aborigen era muy pacífica y amistosa entre cantones. Al parecer, todos se respetaban y convivían en el territorio palmero sin demasiadas trifulcas y de forma independiente. Únicamente se producía el robo de ganado entre cantones y vecindades, pero se narra que no era considerado como motivo de batalla. Lo consideraban como un acto de valentía y coraje.
También se sabe que la paz se rompía en diversas ocasiones ante la llegada y los desembarcos de los aborígenes de otras islas. Eran comunes las llegadas de pueblos bimbaches (aborígenes de la isla del Hierro) con pretensiones del robo de ganado y la captura de esclavos. Pero estamos hablando ya de la época de pre conquista de la isla y conquista del archipiélago (posterior al año 1400).
Si te gusta y te interesa la historia aborigen de la Palma no puedes dejar de conocer 👉 la increíble historia de Tanausú 👈 El mencey del cantón de Aceró y el auténtico rey de la Caldera de Taburiente. Quien plantó cara, de forma muy seria, a las tropas castellanas en la conquista.
Creencias y culto de los awaras
Es sabido que los benahoaritas tenían sus creencias religiosas y rendían culto a los dioses en base a los astros. Tenían interés en el más allá y rendían culto al sol y a la luna. Además creían en un ser superior, que habitaba en el cielo, al que llamaban Abora y también creían en un espíritu maléfico, al que denominaban Haguanran. Además es posible que creyeran en la vida tras la muerte; ya que cuando alguien enfermaba mucho y quería morir lo encerraban en una cueva sin que el cuerpo tocara la tierra, por lo que lo cubrían con pieles y cerraban la cueva, dejándole una vasija con leche.
Los petroglifos
Son varios y diversos los petroglifos que podemos encontrar en la actualidad en la isla de la Palma. Grabados o tallados en piedra manifiestan el interés por la comunicación, la relación con sus creencias religiosas y lugares de culto. Curiosamente los primeros petroglifos de Canarias fueron encontrados en la isla de la Palma, son los que podemos visitar en las Cuevas de Belmaco.
Estos grabados tienen relación con las zonas de abastecimiento de agua, como los que podemos visitar en la Zarza, o en las zonas y barrancos de pastoreo, como los hay por varios lugares en el municipio del Paso. Los grabados benahoaritas se diferencian de las aportaciones rupestres de otras culturas en que siempre tienen formas circulares, de espirales o meandros. Llama bastante la atención la teoría que relaciona algunos de estos petroglifos con posibles rituales a la lluvia, que quizás se empleasen a modo de invocación durante las épocas de sequía.
Sin lugar a dudas estos grabados rupestres y los yacimientos arqueológicos de la isla de la Palma, han sido algo clave en los estudios e investigaciones realizados para comprender y dar respuesta al pasado aborigen de todas las islas Canarias.
Las pirámides guanches
Los awaras, al igual que el resto de pueblos guanches y bimbaches del archipiélago canario, también elaboraban pirámides de poca altura, como podemos observar en algunos lugares de la Palma. Algunos historiadores están convencidos de que este tipo de construcciones tenían un trasfondo de culto a los astros. La previa nivelación del terreno, la cuidadosa talla de las piedras en las esquinas y la posición de estas pirámides en relación con los amaneceres y las puestas de sol en los solsticios les hacen pensar que debían ser claras manifestaciones de culto, al igual que ocurre en el resto de pirámides guanches del archipiélago y en otros lugares del mundo.
En cambio, otros historiadores y arqueólogos argumentan en sus teorías que este tipo de construcciones pueden deberse a simples acumulaciones de piedras realizadas por los agricultores al preparar sus tierras. Existe algo de controversia con este tema, ya que algunos arqueólogos argumentan que este tipo de construcciones en el archipiélago no datan de hace más de 300 años. No tenemos una evidencia definitiva acerca de todo esto ya que las piedras con las que están elaboradas pueden tener muchos siglos a la espalda y por el propio sistema constructivo es muy difícil conocer la edad real de estas pirámides.
El Roque Idafe
Si había un lugar emblemático en la isla de Benahoare en cuanto al culto se refiere es, sin lugar a dudas, el Roque de Idafe. Un majestuoso roque que encontraremos en el centro de la Caldera y que seguro te quieres acercar a verlo y fotografiarlo si realizas esta tremenda ruta de la Caldera de Taburiente.
Para los awaras, awaritas o benahoaritas se trataba realmente del centro del mundo; el auténtico centro de su tierra, la única que conocían en aquel entonces. Un punto que conectaba la Tierra con el cielo y un lugar de culto, donde realizaban diversos oficios religiosos. Siempre se habla de que los benahoaritas se reunían junto a Idafe y pronunciaban su oración «dice que cae Idafe» y otros respondían «dadle lo que traéis y no caerá».
Creían que si el Roque Idafe caía podría suponer el fin de sus días. El final del mundo conocido, su tierra de Benahoare. Motivo por el cual hacían sus ofrendas al Roque Idafe, dejando las vísceras y carnes de su ganado a la suerte de las aves carroñeras. Sus ofrendas mantendrían por siempre al roque erguido y apuntando hacia el cielo.
Actualmente no sabemos si será por aquellas ofrendas y cultos awaras pero lo cierto es que podemos pasar junto a Idafe y siempre luce erguido y apuntado hacia el cielo.
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