Para ponernos en contexto de esta leyenda debemos conocer que la isla del Hierro fue cristianizada en 1405 y la isla de la Palma lo fue a finales de 1492. Entre estos años no fueron pocas las batallas entre las gentes del Hierro y la Palma. Los bimbaches (aborígenes de la isla del Hierro) ya asociados en vasallaje con los castellanos que ocupaban la isla, hacían varias visitas pretenciosas a Benahoare (la Palma) con el fin de tomar presos esclavos y robar ganado a los benahoaritas de la Palma.
Destacan en esta historia dos personajes: el sevillano Guillén de Peraza y el referenciado Jacomar que, según cuentan, fue uno de los aborígenes más reseñados en todo el archipiélago canario por su crueldad y sus pretensiones invasoras.
También debemos conocer, que en este contexto histórico, la mujer awarita o benahoarita colaboraba siempre y sin dudarlo en todas la batallas y en la defensa de sus territorios al igual que los hombres. Lo escarpado del territorio palmero, las continuas pendientes, los barrancos y la dureza del bosque y los montes palmeros, hacían igual de fuertes a los hombres que a las mujeres. No había en Benahoare distinción alguna entre hombres y mujeres en cuanto a lo que se refería a los trabajos ni a la defensa. Y en este contexto histórico podremos entender mejor la leyenda del temido Jacomar en la Palma.
La codicia de Jacomar y la valentía de Arecida
En una de las muchas veces que las tropas del Hierro pasaban a la Palma en busca de esclavos y ganado, embarca el temido Jacomar con varias tropas hacia la isla de Benahoare, desembarcando en Tenagua (actual municipio de Puntallana) y bajó hacia el sur hasta el reino o cantón de Tigalate (que se corresponde, más o menos, con Mazo y parte de Fuencaliente).
Tigalate por aquel entonces, estaba gobernado por dos hermanos benahoaritas: Jariguo y Garehagua. Conocidos en la historia benahoarita por plantar cara a la conquista y no ponérselo fácil a las tropas castellanas, a pesar de que se sometieron antes que el indomable Tanausú, mencey del cantón de Aceró (territorio que coincidía con el interior de la Caldera de Taburiente).
Por otro lado tenemos a Arecida, hermosa y valiente mujer awarita del cantón de Tigalate y enamorada de Tinamarcin (benahoarita del cantón de Tihuya, de donde toma nombre la actual población de Tajuya).
Entrando el temido Jacomar en Tigalate con sus pretensiones de apoderarse del ganado y llevarse hombres de la Palma como esclavos, vio reunidos a Tinamarcin y Arecida hablando tranquilamente junto a una cueva. Jacomar se enamoró a primera vista de tan preciosa mujer y la añadió a sus deseos de arrebato a los benahoaritas. Se abalanzó sobre Tinarmacin, sin que éste pudiera hacer nada y con una piedra le dejó totalmente sin conocimiento. Arecida, que además de hermosa, era fuerte y valiente, se contrapuso a Jacomar con la lanza que tenía su amado en el suelo con tal rabia y fortaleza que Jacomar tuvo que sacar su puñal y acuchillar a la enrabiada Arecida, dejándola desangrada en el suelo. Se comenta que estos hechos tuvieron lugar en las cercanías de las Cuevas de Belmaco.
El regreso de Jacomar
Algún tiempo después volvió Jacomar a la isla de la Palma con otras pretensiones. Tras tantas desventuras con los Benahoaritas, cada vez que éste iba la Palma y al ver amenazada su vida en más de una ocasión, quiso volver al cantón de Tigalate para negociar y firmar paces con los hermanos Jariguo y Garehagua.
Se dice que en este proceso de acercamiento con los máximos representantes del cantón se le ocurrió dar muestra de su crueldad, comentando el trágico suceso ocurrido con Tinamarcin y Arecida. Jariguo y Garehagua pidieron detalles de dicho suceso al temido Jacomar para confirmar que éste fue el asesino de su hermana. Si… Arecida era la hermana de Jariguo y Garehagua.
El fin del cruel Jacomar
Ante semejante descubrimiento y lleno de ira, Garehagua atravesó el corazón de Jacomar con su lanza. Los señores de Tigalate abandonaron el cuerpo de Jacomar junto a las Cuevas de Belmaco sin darle sepultura alguna. Quisieron que los animales se saciaran con su carne.
Así es como Garehagua, señor del cantón de Tigalate, puso fin a la vida de Jacomar. En el territorio del municipio de Mazo se terminó con la vida del más cruel y sanguinario vasallo, temido en todo el archipiélago.
Si te ha gustado esta historia seguro que te interesa saber un poco más. Otra muestra de la tenacidad y el valor de la mujer benahoarita y sus increíbles hazañas ante la conquista por las tropas castellanas:
👉 La impresionante leyenda de Guayafanta 👈
Mujer a la que tuvieron que cortar ambas piernas. Capaz de enfrentarse a varios hombres en la batalla.