Vamos a conocer la naturaleza de la Palma, un pequeño continente que alberga siete paisajes totalmente diferentes y nos recuerda tres climas distintos, que campan al unísono durante todo el año. Tierra, mar, aire y fuego se conjugan a la perfección en un entorno único en el mundo. Conocer a fondo la Palma es aprender más sobre lo natural y estar en continua conexión con su entorno.
La naturaleza viva, abrupta, variada y salvaje es el mayor de los secretos de la Palma.
El 92% de los viajeros que vienen a la isla lo hacen para conocer, fotografiar y disfrutar el equilibrado, perfecto y singular entorno de la isla. Lógico al pensar que estamos ante una isla única en el mundo.
Los paisajes de la isla bonita
¿Siete tipos de paisaje en una extensión tan reducida?
Es uno de los motivos por los que la llamamos Isla Bonita.
Debido a su ubicación en el mapa, bien adentrada en el Atlántico y su extrema altitud en relación a la pequeña extensión que ocupa, mantiene un clima perfecto durante todo el año pero al mismo tiempo muy singular y variado.
El origen volcánico que todavía la mantiene activa y la buena presencia de agua dulce, plagada de riachuelos, manantiales subterráneos y la omnipresente lluvia horizontal (el efecto Foehn) hacen de la Palma un tierra rica y abundante en naturaleza y paisajes.
Por si fuera poco, dentro de cada tipología de paisaje también encontramos buena diversidad. ¡Mira, mira!
La costa salvaje de la naturaleza de la Palma:
Aire limpio y fresco, sol que calienta y nos dora la piel y un bienestar increíble, que podremos disfrutar en cualquier mes del año. Un baño reparador en las frescas aguas del Atlántico, bajo el sol radiante, nos obliga a conectar con la naturaleza en cualquier playa virgen de la isla de la Palma, donde el azul celeste del cielo se une con el azul oscuro del Atlántico y donde el agua cristalina cautiva todos los sentidos.
Mar, aguas cristalinas, arena negra y paredes llenas de columnas basálticas. Playas vírgenes, poco y nada modificadas por la mano del ser humano. Es el paisaje de costa que encontraremos en el sur y en los laterales de la Palma. Paisajes que contrastan con los abruptos cortados y acantilados de la parte norte de la isla, que caen en picado hasta sumergirse en las profundidades del Atlántico.
El resto de la costa también tiene un gran atractivo, como en las islas vecinas y es que está salpicado de charcos, charcones y piscinas naturales de aguas templadas, transparentes y muy apetecibles para el baño.
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Las cumbres de la Isla Bonita:
Apreciamos un paisaje que nos puede recordar a los picos más altos de otros lugares del mundo, con la particularidad de que llaman muchísimo la atención, dado el pequeño tamaño de la isla. Es por ello que todo el mundo recuerda las enormes pendientes y barrancos que discurren por todo el territorio palmero.
Nos podremos sentir montañeros de primer nivel. Es un placer caminar por cualquier sendero de sus cumbres, parar y respirar el aire más limpio de Europa y avistar todas las aves que surcan uno de los cielos más limpios de todo el mundo. Comer un bocadillo con la familia en mitad del pasaje, disfrutando las vistas que ofrece cualquier punto elevado de la isla, es algo mucho más cautivador y real que cualquier escenario de Netflix.
En la mitad norte reinan la Cumbrecita, el Bejenado, el Pico de la Nieve, el Pico de la Cruz, Punta de los Roques, el de Piedra Llana y la cúspide de la corona de la Caldera de Taburiente, el conocido Roque de los Muchachos. Son picos de buena altitud, donde podremos encontrar nieve durante el invierno y que coronan las faldas de la Caldera. Cumbres forradas, cuando la altitud lo permite, de hermosos pinos canarios (especie que tapiza buena parte de la isla de la Palma).
Contrastan con otros picos en el este de la Palma, de menor altitud pero con unas sendas plagadas de vegetación diferente, verde forraje de distintas alturas, salpicadas de enormes palmeras, dragos, orégano, fayales, brezos, matorrales y nuevamente, las coníferas autóctonas de la Macaronesia. Podemos caminar por frondosos senderos hasta llegar a cimas como la del Roque Niquiomo.
Los volcanes de la Palma
La mitad sur de la isla Bonita es la parte vulcanológicamente activa y buena muestra de ello nos ha dado su última erupción, que inició el pasado 19 de septiembre del 2021.
La Palma nos dibuja ahora un paisaje árido, seco, escarpado y muy diferente. Observamos cráteres y conos volcánicos con colores ocre, amarillentos, rojizos, grises y negros, que nos pueden trasladar a Islandia, salpicados por una tímida vegetación, de poca altura, autóctona de este tipo de paisajes macaronésicos. Paisaje particular, muy diferente al resto de la isla y el deleite para muchos aficionados a la fotografía.
Piedras basálticas, el malpaís formado por las antiguas coladas de lava, granzón, arena y ceniza volcánica nos acompañarán bajo los pies. Todavía podremos observar pinos de diversos tamaños, que salpican este paisaje tan diferente y amado por muchos.
Algunas zonas, como el Llano de las Brujas, llaman muchísimo la atención del caminante. Un paisaje muy diferente a lo que muchos ojos están acostumbrados. Un lugar perfecto y tenebroso para ver las estrellas en la noche y observando siempre el azul del Atlántico de fondo y el Valle de Aridane, durante el día.
El paisaje lunar de la naturaleza de la Palma
Otras zonas, como la punta de Fuencaliente, nos llevarán directamente a la luna.
Paisaje lunar, escarpado, duro, sin apenas vegetación. Mar limpio, puro Atlántico, aroma a sal y a yodo, donde el alisio golpea la cara y el mar se suele mostrar bravo. En la costa salpican arcos, túneles lávicos y formaciones espectaculares de columnas de basalto que también nos trasladan a los puntos más particulares, caprichos de la lava, de otros lugares como Islandia o Hawaii.
Esta mitad sur de la isla está gobernada y coronada por la Cumbre Vieja. Una cresta sucedida por picos, anteriores edificios volcánicos, y cráteres. Quedémonos ya con algunos nombres: Birigoyo, Las Deseadas, Hoyo Negro, Tigalate, Martín, San Juan, San Antonio, Teneguía y este último, conocido ya por todo el mundo y que llamaremos Tajogaite.
La punta sur de la Palma termina sumergiéndose bien profundo en el océano Atlántico, donde surcan los mares las ballenas, los delfines y un sin fin de cetáceos y peces de todo tipo. Mares que en la historia fueron dominados por piratas.
El olor a sal y a yodo se va haciendo más intenso. Nos acercamos a las Salinas de Fuencaliente. Lugar donde contrasta este duro entorno volcánico con las montañas blancas, llenas de destellos que genera el brillo de la sal. Otro espectáculo de la Palma.
Los singulares bosques de la Palma
La Palma además de Bonita también es llamada la Isla Verde y no iba a ser sólo por los preciosos tapices de pino canario que mencionamos anteriormente. La isla alberga en su mitad norte, multitud de bosques y paisajes selváticos que nos trasladan a las islas más paradisíacas del mundo de lejanas zonas como Indonesia, Polinesia o el Caribe.
Pasear, fotografiar o simplemente contemplar el espectáculo de la naturaleza siempre es un placer en lugares como el Cubo de la Galga o el Bosque de los Tilos. Pero debemos saber que no son los únicos. Los Sauces, Puntallana, Barlovento y Garafía están sembrados de preciosas sendas que atraviesan estos paisajes selváticos, de frondosos bosques de Laurisilva, palmeras, coníferas, brezos, fayales y otra vegetación mediana que recuerdan a los potos, los troncos de Brasil y las enredaderas tapizantes de suelos y paredes de roca húmeda.
No es raro caminar sobre alfombras de trebolillo por zonas donde huele a hierbabuena y limón, recordándonos a paseos por otros destinos, como Bali. También existen zonas, en el municipio del Paso, con bosques plagados de pino, castaños, fayales y paredes repletas de helechos gigantes, que nos trasladan a determinadas zonas del norte peninsular, como Asturias o Galicia.
Contrastes realmente increíbles para quien sólo conoce las islas vecinas del este.
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Llanos. Otro paisaje de la naturaleza de la Palma
En la isla Bonita no todo iban a ser alturas y barrancos. Otro paisaje que nos encontramos en esta preciosa isla corresponde a las llanuras que podemos encontrarnos en algunos términos del Paso, Tijarafe, Puntagorda y Garafía.
Si, también en la Palma podemos disfrutar de algunas extensiones de almendros, belloteros, margaritas, amapolas, tomillo, lavanda, orégano, romero y otros matorrales y plantas aromáticas. Y qué buena es la miel producida en la Palma, gracias a esta maravilla de la naturaleza.
Pequeños llanos tapizados con hierba donde veremos pastar a las vacas, trotar a los caballos y cruzar carreteras a las familias de cabras de la isla, de donde sale ese queso palmero tan especial, que no puedes dejar de probar.
La huerta en la naturaleza palmera
No podemos despreciar el paisaje que dibuja un lugar principalmente agrario. Por toda la isla podemos observar como muchísimos vecinos tienen su pequeña huerta donde cultivan un poco de todo. Pero debemos hacer mención especial a la calidad de la tierra en Garafía, Puntallana, Barlovento y los Sauces de donde vienen unas papas espectaculares, tomates, judías, pimientos, pepinos, calabazas y un sin fin de hortalizas y verduras que podemos consumir en la isla durante todo el año.
Mención especial al producto estrella en la naturaleza de la Palma, el plátano de Canarias. Casi desde cualquier altura de la isla vamos a poder divisar las fincas enormes de plataneras, que también pintan la isla de verde. Los grandes invernaderos que divises, en un 95% también dan cobijo a los mejores plátanos del mundo. Junto a estas plataneras, los aguacates y otros cultivos tropicales rodean prácticamente toda la costa de la isla.
Tampoco nos extrañará ver en otras zonas de la isla campos de cítricos como naranjas, mandarinas, limones y nectarinas. También podrás disfrutar de manjares como el mango, el maracuyá, la pitaya (o dragon fruit), los tunos, las ciruelas…
Como verás, es imposible comer mal en la Palma… ¡si aquí tenemos de todo!
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✅ Diego y Raúl: así describen ellos un gran día en la naturaleza de la Palma. 👍
Empezamos el día desayunando en la placita de los Llanos de Aridane, bocadillo de jamón con tomate, un zumo y un café sabrosísimo, sentados en una terraza con los primeros rayos del sol. Recogemos el coche y vamos directos hacia el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. Aparcamos donde nos indicó un señor, muy agradable, en la placita donde habíamos desayunado.
Cargamos las mochilas y empezamos a caminar riachuelo arriba. Nos llama muchísimo la atención encontrar agua corriente, transparente y fresca bajando por el gran barranco. No parece que estemos en las Canarias, con la imagen de sequía y el paisaje sin apenas vegetación de las islas más orientales, que conocíamos.
El paisaje en la zona baja está cubierto de pedregales que recuerdan a los cantos rodados de un río más grande. Claro, aquel hombre ya nos dijo que a veces, este barranco va cargado de agua que baja con fuerza hasta la playa en Tazacorte (y lo pudimos ver en un vídeo del pasado año). Los laterales del pedregal están acompañados de caprichosas formas extrañas de basalto, pura lava volcánica de los inicios, cuando se formó esta maravilla de isla.
Seguimos ascendiendo por sendas empinadas y escarpadas rocas, visualizando nieve en las cubres y la enorme cantidad de pinos que comienzan a forrar todo el ascenso. Nos comemos unos sabrosos plátanos que nos dio una simpática señora el día anterior, disfrutando las increíbles vistas desde el mirador de los Brecitos. Tanda de estiramientos, buen trago de agua y seguimos la vereda hacia el objetivo: fotografiar la cascada de colores de la Caldera. Impresionante y caprichosa la naturaleza de esta isla.
Entre risas, comentan que otro día irán para la Cumbrecita, desde el otro lado. Ese día quisieron volver por el barranco hasta Tazacorte. Comentan que darse un baño en la playa viendo la nieve por donde acaban de patear es una sensación que jamás habían experimentado. Diego comenta que es una de las cosas que más le llama la atención del clima y la naturaleza de la Palma.
Y es así, realmente es así. En la isla de la Palma podemos remojarnos en bañador, a 23 grados, en la playa de Tazacorte mientras observamos la nieve en lo alto de las cumbres, por encima del Barranco de las Angustias. Un auténtico privilegio en los meses de enero y febrero.