La importante historia de Francisca de Gazmira

Si nos trasladamos a la historia de la conquista del archipiélago son varias las mujeres que cobran importancia pero existe una persona que deseo resaltar en este sitio web, ya que se trata de una mujer palmera. Hablamos de Francisca de Gazmira, una mujer que trabajaba como sirvienta para un señor en la isla de Gran Canaria, era traductora y pasó a la historia del archipiélago por su importante labor mediadora entre los aborígenes de las islas y los conquistadores. Haciéndolo además en conexión directa con los reyes católicos.

Tuvo sin duda una labor social muy importante tras la conquista de las islas. Su carácter diplomático, el conocer ambos lenguajes y su afinado sentido de justicia la convirtieron en una persona muy destacable. Gracias a sus menesteres la post-conquista pudo ser mucho más integradora, pacífica y sin duda alguna, facilitó la integración del archipiélago con la Corona de Castilla. Algunos autores la reconocen como la primera voz canaria en la península.

Su carácter diplomático al a par que luchador logró una conexión casi directa con los reyes católicos. Mediante cartas y dirigiéndose directamente a la corte logró comunicar lo que realmente estaba ocurriendo en su isla a las manos de Alonso Fernández de Lugo. Logró que la creyeran y es que los reyes no deseaban que ocurriese lo que realmente estaba ocurriendo: miles de esclavos palmeros y también del resto de islas estaban marchando en barcos hacia la península.

Las cúpulas castellanas creyeron sin poner en duda a Francisca y sus labores tuvieron resultado: Miles de esclavos volvieron a las islas en calidad de libres.

Por las artes de integración, de conversación, de apoyo de su pueblo y buenas miras ante los reyes católicos, la labor de Francisca de Gazmira pasó a la historia de la conquista del archipiélago como una mujer palmera que sin lugar a dudas trabajó y solucionó muchas adversidades en la post-conquista de las islas. Una vez más, otra mujer benahoarita sella su protagonismo en la historia.

Existe una calle, en los Llanos de Aridane, dedicada a este gran personaje de la historia. La calle Francisca de Gazmira.

La increíble batalla de Tahuya

Pongámonos primero en contexto. Los aborígenes de la isla de la Palma eran los benahoaritas (también llamados awaras o awaritas) y se cree que eran entre 4000 y 5000 personas las que habitaban la isla de la Palma, (Benahoare) por aquel entonces. Nos situamos a mediados del siglo XV, ya que es de cuando datan los primeros escritos tras la cristianización de las islas del archipiélago canario.

Además de las dos islas mayores de Tenerife y Gran Canaria, hoy capitalinas, fue la pequeña isla de la Palma de las últimas en caer en manos de las tropas castellanas. Si recordamos el año de la conquista de las Américas, recordaremos también el año en que los castellanos se hicieron con la Palma. Hablamos del año 1492.

Fué Alonso Fernández de Lugo, «el Adelantado», protagonista primero en la conquista de la isla de la Palma, al mando de las tropas castellanas que poco a poco se fueron haciendo con los 12 cantones o reinos aborígenes en los que Benahoare se dividía. La gran mayoría de estos pequeños reinados eran como grandes familias asentadas en estos territorios de la isla y no se opusieron a las tropas castellanas. Mediante «tratados de paz», se fueron convirtiendo al cristianismo y sometiendo a los reyes de Castilla.

Si Fernández de Lugo fue primer nombre en un bando, sin duda alguna, Tanausú fue el protagonista en esta historia de la Palma.

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El benahoarita capturado a traición que prefirió morir de inanición antes que llegar a Castilla como esclavo.

Pirámide awarita. Tanausú al fondo, vigilando la Caldera de Taburiente.

Como podrás imaginar… detrás de todo ello existen esclavos, opresión, señores, reparto de tierras y una clara relación de vasallaje (estamos a mediados del siglo XV, ¿recuerdas?)

Pero como hemos comentado antes, la isla de la Palma fue de las últimas en pasar a manos de la Corona de Castilla. ¿Qué significa esto?

Significa que no fueron pocos los previos acercamientos desde la isla del Hierro y la Gomera a los puertos de la Palma. Se libraron batallas y hubo intentonas fallidas para digamos… «tantear el terreno». Castellanos y aborígenes convertidos de otras islas (en relación de vasallaje), cometían robos de ganado y capturas de benahoaritas a modo de esclavos.

La histórica Batalla de Tahuya

Fernández de Lugo desembarcó en la isla de la Palma a finales del 1492, pero fue en 1448 cuando las tropas castellanas desembarcaron por vez primera en la isla a manos de Fernán Peraza (al que llamaban «el Viejo»). Partió de la vecina isla de la Gomera con tropas formadas por más de 500 hombres, desembarcando en el oeste de la Palma para dirigirse al cantón de Tahuya (de donde le viene el nombre a la actual población de Tajuya y que se correspondía con parte del actual municipio del Paso, parte de los Llanos de Aridane y de Tazacorte).

El cantón de Tahuya estaba en manos de Echedey (que podrás ver nombrado en alguna calle de la Palma) y lleno de vaguadas, barrancos y escarpadas pendientes; sobre todo en las zonas de mayor altura, como podemos comprobar a día de hoy.

Las dificultades del terreno y la falta de conocimiento de las primeras tropas que llegaron a la isla, unidas al tesón y al valor por defenderse de los benahoaritas, terminaron con una increíble derrota de las tropas castellanas. Se narra que pudieron perder hasta 200 hombres en esta cruenta batalla, donde los awaritas luchaban con piedras, palos cortos afilados y lanzas rudimentarias. Debió ser una batalla muy dura, que sin duda, no esperaban perder.

El propio Peraza perdió la vida en esta batalla que sin lugar a dudas dominaron los benahoaritas, liderados por su mencey (el rey del cantón) Echedey. Y la conquista se pospuso más de 40 años. Dos hechos muy importantes que harán trascender al futuro la increíble batalla de Tahuya.

¿Sabías que en Benahoare las mujeres iban a las batallas sin distinción alguna con los hombres?

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La leyenda de Guayafanta

Pongámonos en el contexto histórico del momento. Estamos ante la segunda mitad del siglo XV, época de conquista o cristianización del archipiélago canario por parte de las tropas castellanas. Desde la primera incursión en la isla (que los aborígenes llamaban «Benahoare») en 1448 hasta el último desembarco de tropas, que puso fin a la conquista en 1492, las tropas castellanas mezcladas con los aborígenes convertidos realizaban desde otras islas vecinas diversos acercamientos violentos a la isla con pretensiones de conseguir esclavos, robar ganado y «tantear» la definitiva conquista de la isla.

Por otro lado, todos los escritos que documentan estos tiempos pasados hablan de la fortaleza, el tesón y la inteligencia de las mujeres naturales de Benahoare. En la isla de la Palma no se hacía distinción entre hombres y mujeres en cuanto al trabajo y la defensa se refiere. Las mujeres awaras (o benahoaritas) tenían un marcado carácter luchador y un físico fuerte y curtido, causa directa de la dureza del terreno y los escarpados territorios de la isla. El buen tamaño y la potencia física hacían que la mujer palmera estuviera presente en todas las batallas que se libraban en las tierras de Benahoare.

El valor y la tenacidad de Guayafanta

Esta historia narra que una bella mujer de blanca piel, gran tamaño y apreciable valor, destacó en una de las batallas libradas en estos tiempos de cristianización de la isla de Benahoare.

Guayafanta (que significa, de hecho, mujer grande) pertenecía al cantón de Aridane, gobernado por Mayantigo (que en guanche significaba «pedazo de cielo») y que en plena batalla se lanzó a pelear con varios cristianos castellanos a base de pedradas y palos afilados a modo de lanza. Tuvieron que ser varios hombres los que fueron a por ella y al final, al verse ya en serio peligro, optó por abrazarse a uno de los hombres para tirarse junto a él desde lo alto de un risco. Ella moriría pero se llevaría por delante a un invasor.

Ante esta acción, llena de valor y coraje, y al ver el resto de hombres que la amenazaban sus claras intenciones, cortaron a Guayafanta ambas piernas para detenerla, salvando a su compañero de batalla.

La batalla en la que tuvo lugar esta impresionante gesta retrasó la conquista de Benahoare y pasó a la historia dando muestra, una vez más, de la fortaleza y el coraje que se sumaron a la oposición de la conquista en algunos cantones de la Palma.

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El más tenaz y recordado en la historia aborigen de la isla de la Palma

No son pocas las mujeres que tienen un protagonismo activo y muy importante en la historia de las islas Canarias. ¿Quieres conocerlas?

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La leyenda de Jacomar en la Palma

Para ponernos en contexto de esta leyenda debemos conocer que la isla del Hierro fue cristianizada en 1405 y la isla de la Palma lo fue a finales de 1492. Entre estos años no fueron pocas las batallas entre las gentes del Hierro y la Palma. Los bimbaches (aborígenes de la isla del Hierro) ya asociados en vasallaje con los castellanos que ocupaban la isla, hacían varias visitas pretenciosas a Benahoare (la Palma) con el fin de tomar presos esclavos y robar ganado a los benahoaritas de la Palma.

Destacan en esta historia dos personajes: el sevillano Guillén de Peraza y el referenciado Jacomar que, según cuentan, fue uno de los aborígenes más reseñados en todo el archipiélago canario por su crueldad y sus pretensiones invasoras.

También debemos conocer, que en este contexto histórico, la mujer awarita o benahoarita colaboraba siempre y sin dudarlo en todas la batallas y en la defensa de sus territorios al igual que los hombres. Lo escarpado del territorio palmero, las continuas pendientes, los barrancos y la dureza del bosque y los montes palmeros, hacían igual de fuertes a los hombres que a las mujeres. No había en Benahoare distinción alguna entre hombres y mujeres en cuanto a lo que se refería a los trabajos ni a la defensa. Y en este contexto histórico podremos entender mejor la leyenda del temido Jacomar en la Palma.

La codicia de Jacomar y la valentía de Arecida

En una de las muchas veces que las tropas del Hierro pasaban a la Palma en busca de esclavos y ganado, embarca el temido Jacomar con varias tropas hacia la isla de Benahoare, desembarcando en Tenagua (actual municipio de Puntallana) y bajó hacia el sur hasta el reino o cantón de Tigalate (que se corresponde, más o menos, con Mazo y parte de Fuencaliente).

Tigalate por aquel entonces, estaba gobernado por dos hermanos benahoaritas: Jariguo y Garehagua. Conocidos en la historia benahoarita por plantar cara a la conquista y no ponérselo fácil a las tropas castellanas, a pesar de que se sometieron antes que el indomable Tanausú, mencey del cantón de Aceró (territorio que coincidía con el interior de la Caldera de Taburiente).

Por otro lado tenemos a Arecida, hermosa y valiente mujer awarita del cantón de Tigalate y enamorada de Tinamarcin (benahoarita del cantón de Tihuya, de donde toma nombre la actual población de Tajuya).

Entrando el temido Jacomar en Tigalate con sus pretensiones de apoderarse del ganado y llevarse hombres de la Palma como esclavos, vio reunidos a Tinamarcin y Arecida hablando tranquilamente junto a una cueva. Jacomar se enamoró a primera vista de tan preciosa mujer y la añadió a sus deseos de arrebato a los benahoaritas. Se abalanzó sobre Tinarmacin, sin que éste pudiera hacer nada y con una piedra le dejó totalmente sin conocimiento. Arecida, que además de hermosa, era fuerte y valiente, se contrapuso a Jacomar con la lanza que tenía su amado en el suelo con tal rabia y fortaleza que Jacomar tuvo que sacar su puñal y acuchillar a la enrabiada Arecida, dejándola desangrada en el suelo. Se comenta que estos hechos tuvieron lugar en las cercanías de las Cuevas de Belmaco.

El regreso de Jacomar

Algún tiempo después volvió Jacomar a la isla de la Palma con otras pretensiones. Tras tantas desventuras con los Benahoaritas, cada vez que éste iba la Palma y al ver amenazada su vida en más de una ocasión, quiso volver al cantón de Tigalate para negociar y firmar paces con los hermanos Jariguo y Garehagua.

Se dice que en este proceso de acercamiento con los máximos representantes del cantón se le ocurrió dar muestra de su crueldad, comentando el trágico suceso ocurrido con Tinamarcin y Arecida. Jariguo y Garehagua pidieron detalles de dicho suceso al temido Jacomar para confirmar que éste fue el asesino de su hermana. Si… Arecida era la hermana de Jariguo y Garehagua.

El fin del cruel Jacomar

Ante semejante descubrimiento y lleno de ira, Garehagua atravesó el corazón de Jacomar con su lanza. Los señores de Tigalate abandonaron el cuerpo de Jacomar junto a las Cuevas de Belmaco sin darle sepultura alguna. Quisieron que los animales se saciaran con su carne.

Así es como Garehagua, señor del cantón de Tigalate, puso fin a la vida de Jacomar. En el territorio del municipio de Mazo se terminó con la vida del más cruel y sanguinario vasallo, temido en todo el archipiélago.

Si te ha gustado esta historia seguro que te interesa saber un poco más. Otra muestra de la tenacidad y el valor de la mujer benahoarita y sus increíbles hazañas ante la conquista por las tropas castellanas:

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Mujer a la que tuvieron que cortar ambas piernas. Capaz de enfrentarse a varios hombres en la batalla.

La leyenda de Tanausú

En numerosas ocasiones se escucha hablar de «la leyenda de Tanausú», pero lo primero que debemos saber es que no se trata de una simple leyenda. Realmente se trata de hechos que ocurrieron y que así quedaron registrados en los libros de los conquistadores de las islas. Por lo tanto, no deberíamos hablar de «leyenda» sino de historia de la isla de la Palma.

La conquista por las tropas de Castilla

Año 1492, coincidiendo con el descubrimiento de las Américas, a finales de septiembre desembarcan en la Palma las tropas castellanas con Alonso Fernández de Lugo al frente. En aquel entonces, la isla de la Palma estaba poblada por los aborígenes de la isla, que la llamaban Benahoare (significa «mi tierra» o «tierra mía») y que era habitada por unas 4000 personas, organizadas en 12 cantones que, en buena parte, se asemejan a los 14 actuales municipios de la isla.

Aunque debemos saber que el primer intento fallido de conquista de la isla data del año 1447, a las manos del sevillano Fernán de Peraza. Donde destaca 👉 la increíble historia de la batalla de Tahuya 👈

Tras el desembarco en la isla, casi todos los reinos o cantones de Benahoare se rindieron, de forma pacífica, ante las tropas castellanas. De modo que Fernandez de Lugo fue anexionando hasta nueve territorios en la isla de forma rápida y sin demasiada oposición. Tres fueron los cantones o reinados awaritas (también llamados awaras o benahoaritas) que pusieron fuerza y oposición a la llegada de las tropas castellanas: Tedote, Tigalate y Aceró.

Es conocida en la isla la batalla de Timibúcar, donde los cantones de Tedote (que en la actualidad correspondería con las Breñas y la Villa de Mazo) y Tigalate (Parte de la actual Fuencaliente y parte del Paso) plantaron cara a las tropas de Alonso Fernández de Lugo. Los benahoaritas de estos cantones se opusieron a las tropas de Castilla a base de palos, lanzas y piedras, pero en poco tiempo fueron sometidos.

Fernández de Lugo, el Adelantado, se hizo rápidamente con 11 de los 12 cantones de la isla pero… quedaba uno: el más complejo, difícil por su geografía y también por el tesón y la dureza de su mencey (o rey benahoarita). Estamos hablando del cantón de Aceró, que se correspondía con todo el territorio interior de la caldera de Taburiente y de su conocido mencey: el indomable Tanausú.

Las tropas castellanas le decían a Alonso Fernández de Lugo que para vencer a Tanausú deberían atraparle por el paso (refiriéndose a la zona por donde actualmente vemos la entrada al Parque Nacional de la Caldera de Taburiente), entrando a la Caldera por sus paredes del sur (zona de la Cumbrecita) ya que les parecía imposible vencer entrando por las puertas de la Caldera (lo que actualmente conocemos como el Barranco de las Angustias).

Pero… tras varias batallas e intentos fallidos de vencer al reino de Aceró, finalmente cayó mediante el tratado y la traición. Vamos a verlo.

La captura de Tanausú

Alonso Fernández de Lugo aprovechó el parentesco de Juan de la Palma (aborigen ya convertido) con Tanausú para «firmar la paz». Tanausú, cansado de las anteriores batallas y ante la posibilidad de poner fin al sufrimiento vivido por la población de Aceró, accedió a firmar la paz y someterse ante las tropas castellanas.

Pero el resultado fue algo diferente a lo esperado. Las tropas castellanas capturaron a Tanausú en la zona que hoy conocemos como el Riachuelo, en las cercanías de la Cumbrecita. Esta última acción puso fin a la conquista de la isla de Benahoare y Tanausú fue llevado a la península ibérica junto a las tropas castellanas que iban de vuelta. Y este es el momento histórico por el que más se recuerda al mencey de Aceró que, traicionado y conmocionado por la situación, prefirió morir de hambre durante la travesía a vivir como esclavo de los conquistadores de su tierra.

Narran que durante la travesía desde las islas a la península, Tanausú dejó de comer y lo único que pronunciaba era «vacaguaré» (que significa «quiero morir»).

No obstante resulta curioso que todavía en la isla podemos apreciar el espíritu del mencey Tanausú. Comentan que se encuentra representado en las propias cumbres, al sur de la Caldera de Taburiente y la verdad es que así es.

El mencey de Aceró esta tumbado en el sur de su reino

Desde la Laguna, desde Tajuya, desde muchos puntos del Paso y sobre todo desde la carretera principal, que conecta el centro del Paso con los túneles que cruzan al este de la isla, puedes mirar hacia las cumbres de la Caldera de Taburiente. Seguramente apreciarás que el perfil de esta crestería dibuja la silueta de un benahoarita tumbado: las manos entrecruzadas, el pecho, el cuello, la barbilla, la boca, la nariz, la frente y un pelo largo hacia detrás. Se dice que es Tanausú en las mismas montañas que protegían su reino y probablemente así sea. El espíritu de Tanausú está descansando en su Isla Bonita…

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La aborigen palmera más recordada por su marcado valor y extrema fortaleza ante la conquista.

La leyenda de los dragos gemelos de la Palma

Una historia con mucho encanto y que muestra un amor imposible que todavía podemos sentir vivo en la isla de la Palma.

El drago. Árbol mitológico y típico de las Canarias

Debes conocer que este precioso y preciado árbol, en todas las islas Canarias, siempre ha guardado una estrecha relación con el pasado mitológico de las islas. La historia refleja que los aborígenes de las islas utilizaban con fines médicos la resina de estos árboles. Una resina de color rojo, por lo que era conocida como «Sangre de Drago» y que tenía tintes mágicos por su poder curativo.

Además la mitología narra que estos árboles guardaban una relación directa con el Dragón encargado de aguardar el oro mitológico del Jardín de las Hespérides. (el fruto del oro de la inmortalidad).

Conociendo ya un poco el pasado de este gran árbol, el drago, nuestra pequeña leyenda en la Palma no tiene tanto que ver con su magia o el Jardín de las Hespérides, sino que narra una trágica y al mismo tiempo curiosa historia de amor con unos jóvenes de la Breña.

Una bonita y trágica historia de amor en Breña Alta.

Los mayores de la isla todavía cuentan con una sonrisilla pícara en la cara que una de las formas de «ligar» en «sus tiempos» consistía en que los jóvenes se agrupaban por las tardes a contar historias en las plazas y calles cercanas a las fuentes, repartidas por las diversas poblaciones del norte de la isla. Las chicas solían ir a recoger el agua para la casa, caminando con sus cántaros y pasando varias veces. Los jóvenes se fijaban, hablaban y se conocían de esta manera en algunas ocasiones.

Dos hermanos gemelos de la Breña estaban enamorados de la misma chica. Cuenta la leyenda que peleaban y se enfadaban mucho entre ellos para enamorar a tan hermosa joven palmera. Llegaron a tal punto y a tal extremo que ambos hermanos murieron en la lucha por dicha joven. Ella quedó triste y se juró que su amor siempre quedaría en el recuerdo de ambos hermanos. La joven, tras pasar el duelo de tan trágica muerte, se dedicó a buscar por los frondosos bosques de laurisilva, unos gajos de este mitológico árbol: el drago.

Ella plantó ambos gajos bien juntos, en el mismo lugar donde murieron los hermanos, cuidándolos y regándolos con su cántaro de agua, a diario. Esta pareja de dragos creció fuerte y unida. Sus ramas se entrelazan entre sí y ambos troncos parecen sólo uno, en su base, en la actualidad. Por ello se les conoce como los «Dragos gemelos de la Palma». La unión entre los hermanos se mantiene viva a pesar de la eterna lucha por el amor de la joven.

Puedes visitar estos dos enormes dragos en San Isidro, en el municipio de Breña Alta y apreciar cómo realmente podrían confundirse con un único árbol enorme y grueso en su base para después separar sus troncos. Del mismo modo verás que su ramas están totalmente entrecruzadas, como compartiendo vida. Seguramente los hermanos siguen peleando por el amor de aquella preciosa y joven palmera.